Hoy os voy a presentar a Alfredo: Alfredo es mi horno de invierno, mi horno de casa. En el exterior hay otro horno de arcilla, a la vieja usanza, pero el pobrecito no tiene nombre. De hecho, todavía no me acabo de apañar con él, gasta mucha leña y no le he pillado el punto. Sin embargo Alfredo, que está en mi cocina desde hace bastantes años, no tiene secretos para mí. Nos entendemos a las mil maravillas y ambos cocinando, llegamos a alcanzar un alto grado de precisión, eso a pesar de que regular la cocina de leña, a algunos les puede resultar difícil. Alfredo forma parte de mis sueños de adolescente: Cuando tenga una casa, -me decía-, tendré un horno de leña en mi cocina y se llamará Alfredo. Ya sabéis cómo son estas cosas, que sueñas y sueñas y un buen día, tu sueño se cumple. Yo quería vivir en el campo, rodearme de animales, tener un horno… Y tengo todo eso. Lástima
Cocina y algo más