El fin de semana pasado, nos invitaron a pasar el día en una finca de la montaña jijonenca, en la que se iban a pisar las uvas de la vendimia de este año.
Nunca había asistido a una actividad como esta, así que cámara en mano y con ilusión, me fui encantada para allá.
Fui con mis amigos Ale y Leo, a quienes algunos conocéis. Subimos a la furgoneta y allá nos dirigimos a eso de las 11 de la mañana.
A medida que nos adentrábamos en la montaña, me daba cuenta de que la finca estaría aislada del mundanal ruido, íbamos dejando atrás carreteras, casas y ruidos de todo tipo, para llegar, después de algunas maniobras y subidas en serpentín, a una finca rústica, centenaria, que se emplazaba en lo alto de una loma desde donde podía verse un paisaje que curaba simplemente mirarlo.
Sus propietarios, María y Enrique, salieron a recibirnos. Una pareja de septuagenarios realmente encantadores.
La casita, soleada y apacible, parecía darnos también la bienvenida.
Muy pronto me sentí hechizada por aquel lugar. En un sitio así, pensé, la vida te pasa tocando la piel, no pasa de puntillas, desapercibida.
María nos recibió con una amplia sonrisa, mientras que Enrique más curioso, hacía preguntas mientras cogíamos higos, así, sin demora, de la enorme higuera que daba sombra a la puerta de la casa.
Pero yo no podía quedarme quieta, la mirada se me iba de rincón en rincón, descubriendo un mundo casi de museo, en donde solamente algunas pinceladas como desubicadas, me recordaban estar en este siglo.
De una de las muchas dependencias que con sus colores y sus misterios me reclamaban, colgaban pimientos, ajos, manzanilla… Todo tipo de hierbas puestas a secar, que recordaban que todo es un ciclo y que el cuidado de su engranaje da secuencia a la cadena natural de las estaciones.
Había pan seco para las gallinas, apilado en unas banastas enormes. Habían habas para simiente, ajos de varios tipos y variedades, aperos de labranza colgados por las vigas de madera.
Pero apenas acertaba a hacer algunas fotos, la algazara de los hombres, pisando las uvas, me llamaba.
Nunca había visto cómo se hacía esto. En un cuarto no demasiado grande, había una especie de balsa de poca altura, en la que se pisaban las uvas. Esta balsa, tenía en uno de sus extremos un canalillo por el que caía el mosto hacia un receptáculo más pequeño que se ubicaba por debajo del nivel del suelo.
Los hombres bebían cerveza y charlaban alegremente, invitándonos a entrar a pisar las uvas con ellos.
Pero yo estaba muy entretenida intentando captar los rincones: ¿Qué es esto? ¿Para qué sirve aquello? ¿Cómo se utiliza?... Había tanto y tanto por mirar y descubrir y estaba tan dispuesto Enrique a explicármelo todo, que solo acertaba a decirles que esperaran, que ahora vendría.
Todavía quedaban algunas botellas del año pasado.
Cada cosa, parecía mostrar su belleza.
María, ajena a mis pesquisas cuidaba de que el guiso se estuviera haciendo.
¿El guiso? María ¿Qué cocinas?
María iba a hacer una paella de conejo y palomo, con garbanzos y caracoles, al más viejo estilo de la montaña.
Había puesto los garbanzos a cocer, en su vieja olla de siempre, en el hornillo de lumbre.
¿Siempre cocinas aquí, con leña?
Efectivamente, sobre todo en verano, María cocina a la leña, dice que así, cuando entra en la casa, sigue fresquita, porque el fuego no la calienta.
Y se nota que no es que ha cocinado hoy así para impresionarnos, la olla es fiel reflejo de su diaria cruzada con el fuego.
Me quedé maravillada del control que tiene María sobre el fuego: ahora arrima un palito más, sube el fuego, ahora lo aparta, lo deja a mínimo.
Me mostró sus artilugios de cocinar a leña: unos marcos de hierro para ajustar a los diferentes tamaños de las ollas y sartenes, otro hornillo con una rejilla, para cuando cocina con carbón.
En un impàs fregó la paella y la dejó tan limpia como un espejo. Le pregunté cómo lo hacía, pero me dio largas, no entendía siquiera mi pregunta. Estropajo y mano, eso era todo.
Mientras fregaba y charlábamos, me contaba que el agua que gastan en la casa, es del pozo que tienen, de ahí beben y hacen uso doméstico para todo, pero los huertos no tienen riego, los árboles se mantienen con el agua de la lluvia y los cultivos hortofrutícolas, se nutren de una pequeña balsa a la que llega el agua que ellos reciclan después de haberla usado en la casa. Todo, excepto el agua de las letrinas, va a parar a esa balsa desde la que luego, se riegan las plantas. Por eso quizás, no usan apenas detergentes.
También tienen que proteger sus cultivos de los jabalíes y los zorros, así como de las rapaces, que atacan incluso a los gatos.
Esparcen pelo humano, que consiguen en las peluquerías, para que los animales lo huelan y se alejen de los cultivos.
Pregunté por estas bolsas. ¿Por qué están tendidas? Y la hija de María me aclaró: Es que como ahora ya no dan bolsas en ningún sitio, ella las lava y las recicla.
¡Las lava! Y pensé que cuando la vida es sencilla, cada cosa tiene su valor, nada es superfluo, nada se tira.
Las pieles de las almendras, para calentarse
Los restos de la pisada de uvas, para el compost de la tierra
Cuando ya se ha pisado la uva, todavía se prensa en una de esas prensas más modernas, para extraer un poco más de jugo
Nada se desperdicia
Y ahora lo hacen en esta moderna prensa, pero hasta el año pasado, la prensa era la original de la finca, de más de doscientos años.
Estaba maravillada por todo.
De regreso a la puerta de la casa, veía a María fregando y me fijaba en sus movimientos, sin prisa, con la economía de quienes dan valor a cada cosa, a cada chorrito de agua, a cada brizna con la que convive en simbiosis en su campo.
Y llegó la hora de la paella. La mañana estaba en su cumbre al igual que el sol y apetecía entrar en la casa, en la penumbra.
El felino también lo sabía
¡Menudo pícaro!
Jajaja
María se metió en faena. Me contaba mientras la acompañaba, que había matado un conejo y un palomo porque le daba mucho gusto al arroz. También observé que había echado las orejas del conejo en la paella. Le pregunté y me dijo que era una parte muy gustosa del conejo, así que por mi interés, me reservó una de ellas para comerla después.
La carne iba haciéndose a su aire, al tiempo del campo, en donde gobierna lo que tiene que ser, a su ritmo.
Mientras tanto, yo seguía descubriendo rincones.
Paisajes interiores de postal
Artilugios que transportaban al pasado
Y un desvencijado microondas como una pobre errata en un poema de Neruda
El trabajo había concluido, los hombres se lavaban, era la hora de alimentarse.
Un buen plato y un buen porrón de vino y Enrique repone sus fuerzas, fuerzas que a su edad, son envidiables.
¡Qué hermosa experiencia fue conocerlos! Padres, hijas, yernos, amigos…
Nos regalaron un bonito día que hoy, he querido compartirlo con todos vosotros.
La vida sencilla es posible y preciosa.
Hasta pronto.
Y que lo digas!!! Que guapo todo lo que cuentas!!! no me perdí ni una palabra, ni una foto, ni un momento de esta experiencia que tan bien nos narras... Me gustó mucho!!! besinos.
ResponderEliminarViena!!! que gusto leerte, si es que todo lo que nos cuentas lo vivimos, menudo reportaje de fotos, no me cabe duda de que habrán pasado un día precioso, creo que te has sentido como yo me sentí en tu casa.
ResponderEliminarUn besazo!!!
Claudia
Viendo todas esas maravillas es cuando uno se da cuenta de todo lo que derrochamos y de la cantidad de necesidades absurdas que nos hemos creado.
ResponderEliminarYa me imagino el día tan fantástico que pasaríais.
Un besazo.
Viena, que maravilla de relato y que magnífico día. Leyendote he sentido que yo también estaba allí, disfrutando de esa vida sencilla y comiendome la otra orejica del conejo. Un besazo.
ResponderEliminarcosicasdulces.blogspot.com
Querida Viena, que entrada tan maravillosa... gracias por compartirla con nosotros, ha sido un placer.
ResponderEliminarSi es que... también eres una reportera estupenda, con ese toque tan especial que tu le das a todo lo que haces, la magia de Viena.
Un abrazo casi otoñal. Besikos mi niña.
Oh Viena!, siempre que escribes es poesía. Miras con tanta sensiblidad que buscas siempre lo esencial de las cosas y de las personas. Así es como recuerdo la vida de hace unos años (no tantos, o sí....), viviéndola a otro ritmo, disfrutando de cada minuto y valorando lo poco o mucho que se tenía. Por suerte aún quedan personas que nos dan una lección de todo lo que nos aconsejan a hacer mediante propagandas, carteles, psicólogos, etc...: como es reciclar, compartir, valorar, disfrutar y a ser personas conscientes de la sabiduría de la naturaleza y de la sencillez.
ResponderEliminarHay una fábula de Anthony De Mello, que me gusta y espero que a tí también:
Usted perdone, le dijo un pez a otro. Es usted más viejo y con más experiencia que yo y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame:¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano?. He estado buscándolo por todas partes sin resultado.
El Océano, respondió el viejo pez, es donde estás ahora mismo.
¡¿Esto?! Pero si esto no es más que agua....lo que yo busco es el Océano, replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte.
Un beso grande.
Después de leer esta entrada, pienso que tienes que sentirte muy afortunada de poder haber vivido un día tan especial, para recordarlo siempre!
ResponderEliminarHay lugares donde el tiempo parece hacerse amigo de uno, no?. La calma, la sencillez, casi la obviedad nos "salpica" a la cara en un mundo aceleradíssimo...Qué entrada tan bonita!
ResponderEliminar(Quisiera comentarte algo pero lo intento en privado) Un abrazo!
Bonito sitio, bonita experiencia y con gente como Ale y Leo seguro que se convirtió en un día maravilloso.
ResponderEliminarDa gusto ver como disfrutas.
Un besote.
Carlos, de Vegetal... y tal.
http://vegetalytal.blogspot.com
Ay, lo bonito que lo cuentas, que nos transportas, llévame contigo Viena, todo te transporta al pasado. El gato, las garrafas, vivir esa experiencia de pisar uvas, esa olla que tiene tantas historias para contar. Todo es tan bello.
ResponderEliminarY la foto de las bolsas, me recuerda a otra señora que hace lo mismo en un pueblo de Veracruz, eso es tener sabiduría.
Qué bonito post, lo voy a volver a leer otra vez.beso
da gusto leerte parece que lo estamos viviendo a tu par, me alegro que pasaras un dia tan estupendo
ResponderEliminar¡¡besos¡¡
Que bonito post Viena. Me encanta como cuentas tus vivencias de una manera que me envuelves en tu relato. La vida sencilla es tan rica, que muchas veces la añoro. Gracias por compartir. Te mando un beso.
ResponderEliminarA mí con tu post me has dejado muerto como quién dice.
ResponderEliminarMiro ahora mismo a mi alrededor, y después de haber escuchado la radio un rato pienso, realmente en qué hemos mejorado. Sí, sí, es cierto, como tú estas cosas me llaman mucho y quizás en muchos aspectos me ciegue este tipo de vida, hay cosas de mi vida que no cambiaría, seamos realistas. Pero aunque muchos piensen mirando las fotos que es como un paso atrás, una estampa de algo totalmente desactualizado etc, no, en absoluto. Es una ventana al futuro.
Como no hagamos una mínima parte de las cosas que hace este matrimonio en su interesantísima finca, nos vamos a encontrar con algo muy feo y muy gordo y no va haber vuelta atrás.
Un post para reflexionar, y una jornada, que bueno, envidia no, lo siguiente...
Lo del pelo humano es una estupenda idea, como tantas que se extraen de estas líneas
Un saludo.
Este escrito parece un viejo cuento que plasma vivencias del pasado, pero que afortunadamente todavía persisten en nuestro tiempo.
ResponderEliminarQue suerte vivir en un sitio como viven María y Enrique.
La foto que muestra el paisaje que se ve desde la finca es precioso y relajante.
Me imagino el día tan bonito que pasaron.
Mis saludos a Ale y Leo.
Hoy voy con prisas, que nada buenas son, pero tengo que ir a la plaza y a las 10-30 a una rueda de prensa.
Saludos
Que hermoso relato Viena, me ha encantado esa foto de inicio con la bolsas tendidas, no solo la foto en sí, sino por todo lo que representa e interpreto tras leerte. Ahora que está tan de moda la permacultura, nos bastaría con echar una mirada a nuestros abuelos, al pueblo de donde vinieron, para ver como ellos sí que eran ecológicos de verdad, sin estar sometidos a modas, eran inteligentes y se llevarían las manos a la cabeza con nuestro derroche y poca consideración hacia las cosas.
ResponderEliminarUn abrazo, os lo pasaríais tremendamente bien, os puedo imaginar :-)
Viena, me ha emocionado mucho este post, lo juro... cuánta belleza nos traes en esta crónica llena de postales desde la más absoluta autenticidad, así como esa vida que nos defines.
ResponderEliminarHermoso.
Abrazos
P.D.: Coincido con Delikat, esa foto con la que abres es perfecta para esta historia.
Si fuera valiente, le daba a la ciudad y al trabajo un carpetazo, me compraba una casa en medio del campo y vivía sin prisas, como María y Enrique, aprendiendo a cada momento de la tierra y disfrutando de la vida a cada segundo. No sabes lo que me gustaría...pisar esas uvas, tener una higuera, beber del botijo agua fresquita, colgar pimientos para secar, hasta saber limpiar la paellera con esa pulcritud...
ResponderEliminarGracias por este maravilloso reportaje, querida Viena, al menos puedo disfrutar de un rato de serenidad y relax cada vez que vengo a visitarte.
Muchos besos para Ale, Leo, sus hijos, tus hijas, y para ti, por supuesto.
Conozco personas mayores que lavan y reutilizan las bolsas, yo misma lo hago a veces si la bolsa es maja.
ResponderEliminarMaravilloso lugar para los amantes de la naturaleza y la soledad, las vistas son preciosas.No sabes cómo me recuerda a nuestra casa, los pimientos secando,las sartenes colgadas, las vigas vistas, las azadas, el gato al sol, todo. Mi padre es un labrador entregado y mi madre era una mujer auténtica,joven, llena de curiosidad por la vida, que nos dejó hace poco en medio de un vacío desgarrador, esa señora me la ha recordado de alguna manera, cada vez tengo más claro que quiero volver al pueblo, no sólo los fines de semana, sino a vivir, allí está mi infancia, allí está mi patria (me ha recordado esta cita de Saint-Exupery, Querejeta en la radio.)
Un beso, perdona el rollo por favor.
Viena,gracias por llevarnos a ese paraíso. Gracias a Enrique y a María por estar aquí, así, por ser auténticos.
ResponderEliminarAprovecho esta ocasión para recomendaros el corto de 3 minutos de Evelín Navarro, La huella de Carmela http://www.youtube.com/watch?v=280aTeLaT1o
Una vez más, gracias.
Y una vez más te abrazo.
Qué suerte poder participar de la antigua ceremonia de pisar la uva, hoy en día en pocos lugares se puede contemplar.
ResponderEliminarMe ha emocionado especialmente porque soy nieta de riojano y me ha recordado las historias que nos contaba a los nietos de cuando él pisaba la uva en la aldea (Aldea Nueva de Ebro). Por cierto, ¡era abstemio!, yo siempre sospeché que de pequeño se cayó en la tinaja, como Obelix.
Gracias por compartir este precioso y atemporal día.
¿Y la orejita de conejo?...Ya me contarás.
Un beso
Aaah Viena, es que tu tienes la sensibilidad para entender lo que pasa más allá de lo que ve el ojo. Tu relato está lleno de amor y admiración, eso lo hace deleitoso de punta a cabo. He disfrutado enormemente el paseo y también me saco el sombrero antes esta pareja increíble. Me imagino que la paella estaba de morirse! besitos
ResponderEliminarNo hay nada mejor que la vida sencilla, pero llena de momentos inolvidables!
ResponderEliminarBesotes.
Yo ceo que María nos ha dado una lección de vida, en donde todo se transforma en amor, en alegría de vivir, en maravilla pura.
ResponderEliminarQue hermoso reportaje, que pareja más linda, cuanto pudiste disfrutar y percibir, ha sido una entrada super linda, gracias por compartirla.
Besos
Viena.....tu sabes como me llega al alma tu relato...mi tiempo trabajando en desarrollo rural....mis viejas....la cocina a legna.....es algo que ya no tengo pero atesoro en mi corazon y guardo en mi memoria.....tu me lo refrescas.....lo haces vida nuevamente.....es un viaje al pasado desde el presente....nostalgia....pero por sobre todo gozo de leerte.....iba a dedicarte una entrada.....ahora sera la proxima que hare..........no he tenido tiempo con el cambio de casa y otras cambios que me ha dado la vida....pero empezare pronto de nuevo........Abrazotes, Marcela
ResponderEliminarMe ha encantado esta entrada.
ResponderEliminarMe ha recordado cuando estaban mi abuela y mis padres, ya no los tengo conmigo.
En casa todos los domingos paella y mi abuela y yo matabamos un pollo y un conejo, teniamos un gallinero en una esquina del chalet, y aveces mi tio nos traia una de sus palomas tambien.
Cuando llovia saliamos mi abuela y yo o con mis hermanos a coger caracoles y ya los ponia con romero y harina a que comiesen y se limpiasen.
Cuantas cosas me has hecho recordar.
Un besito y gracias, ha sido una entrada preciosa.
joooo, que envidia. Me ha gustado mucho tu entrada, que bien redactada, la iba leyendo y tenia una sonrisa de oreja a oreja.
ResponderEliminarEsta noche te veo.
He disfrutado con cada línea, con cada foto, con la sensibilidad que trasmites, con lo que miras y cómo lo miras. Gracias por éste momento y por enseñarnos una vida que todos deberíamos valorar. Gracias
ResponderEliminarCon razón Marcela dijo que le había encantado, a mi tambien, es como trasladarme a otro lugar a otro espacio pero a la vez es una especie de lugar en que he estado y añoro siempre, aqui en Chile hay muchos pueblos así y me encanta conversar con las señoras, es otro mundo, pero yo lo prefiero antes que nada, es un precioso post y fotos y ese guiso...me encantan los garbanzos, por supuesto que ya te estoy siguiendo si me vas a ver te espero con mucho cariño, besos, gloria
ResponderEliminar¡Qué entrada más bonita!. Me ha encantado llegar a tu blog y ver y leer esta preciosidad. Me quedo contigo.
ResponderEliminarBuen día
Pues gracias a ti por habernos permitido compartir ese día tan especial...me has hecho pensar en mi infancia...desde luego vivencias así tendría que hacernos reflexionar sobre lo que vale la pena preocuparse...un besito y felicidades por tan estupenda entrada
ResponderEliminarMuchas gracias amigas y amigos por vuestros amables comentarios, que son muy importantes para mi. Después de leeros, siento que hemos compartido este día todos juntos, sé que habéis estado allí, conmigo.
ResponderEliminarBienvenidos también a los nuevos seguidores, muchas gracias por quedaros por aquí.
Hoy tengo poco tiempo, por eso os comento en bloque, pero cada uno sabe que tiene ese lugar especial que merece dentro de mi.
Labidú, Claudia, Lolah, María, Fe-i*ká, Anna, Visc a la Cuina, Mercé, Carlos Egea, Carmen, Lola, Prieta, Carlos Dube, Apicius, Delikat, Claudia Hernández, Laurita, Miren, Alegranza, Ana B, Pamela, Mayte, Kako, Marcela, María Teresa, Carolus, La Morena en la cocina, Gloria, Marus, María José,
Besos y abrazos
hola PURI , si ya he vuelto de una preciosa y emotiva boda, tomando nota de todo lo que comí , claro¡ , no se si habras visto las fotos de nuestra cena , pero has salido guapisima ,las he subido a facebook , te las mando,menuda entrada has hecho , que fotos mas bonitas y que relato , FELICIDADES¡¡¡ besitos
ResponderEliminarDí que sí! es posible y tenemos que detenernos a pensar y decidir y... y se puede convivir con la modernidad y aprovecharse de ella sin renunciar a las esencias de la vida y sobre todo, del día a día,
ResponderEliminarUn besazo
CATALINA: Ya he visto las fotos, pero las que me has enviado por correo, en facebook no sé como encontrarte. Yo no suelo salir bien en ninguna foto, es una pena, pero así es, soy más guapa en persona jejeje. No en serio, gracias por el envío y estuvo genial la idea, me encantó conoceros a todos.
ResponderEliminarUn beso.
MAI: Querida Mai, tu y yo necesitamos pocas palabras para entendernos, así que ahí va, un buen beso ;-)
ResponderEliminarMuy bueno tu reportaje, Menuda experiencia ¡¡
ResponderEliminarRECETAS DE MAMA: Muchas gracias por tu comentario.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola! Soy la hija pequeña de Enrique y Maria. Quería agradecerte en nombre de ellos y de toda la familia el maravilloso relato con el que nos has deleitado. Nos alegra saber que pasaste un buen día con nosotros. Aunque es verdad, que Maria y Enrique siempre hacen que la gente que los visita se lo pase bien. Les contaremos lo que has hecho y lo que has querido transmitir a través de esta entrada en tu blog. Desafortunadamente, ellos no van a ser conscientes del valor que tiene lo que has plasmado con tus palabras: no entiende qué es Internet...:) Un abrazo y esperamos verte pronto.
ResponderEliminarQuerida Mónica: Qué alegría verte por aquí. Soy yo, desde luego, la que tiene que daros las gracias. A tus padres por habernos recibido como lo hicieron, con los brazos abiertos y con generosidad, nos hicieron sentir como en casa, fue todo un placer conocerlos. A vosotros también mi agradecimiento, pasamos un día precioso que como ves, fue importante para mi. Cada palabra que he escrito aquí, es una palabra que ha salido de dentro, del corazón. Fue una experiencia muy bonita.
ResponderEliminarEspero que volvamos a coincidir.
Un beso grande.
Viena: que bonito reportaje has hecho, y que envidia me dás. Espero poder estar pronto allí,
ResponderEliminary me gustaría poder vivir en el campo, para
poder disfrutar de la vida tranquila y sencilla.
Gracias por las fotografias y por el relato, eres
un sol, haces que lo veamos, aunque no hagas
fotografias.
un abrazo,
Ana Maria
ANA MARIA: Gracias por tus palabras. A veces se empieza así, queriéndolo hacer, así que encantada de recibirte si vienes y espero que tengas suerte y encuentres todo eso que sueñas.
ResponderEliminarUn beso.
Viena, estoy maravillada, emocionada con este post. GRACIAS, GRACIAS Y GRACIAS, por este maravilloso reportaje. Me llevaste de paseo sin moverme de mi silla. Pude imaginarme y sentir cada cosa.
ResponderEliminarMe llamó mucho la atención de que echan pelos de la peluquería para espantar depredadores, y lava las bolsas! me sentí avergonzada y hasta despilfarradora. No damos valor porque se nos vuelve todo una rutina.
Y que tal te supo la oreja? estaba sabrosa?
Me encantó todo...y muchas gracias a esa pareja tan amable que te recibió con los brazos abiertos, mediante eso pudimos vivir esta experiencia através tuya.
besos
Gaby
GABY querida, has sentido lo mismo que yo sentí durante esa jornada, incluso esa vergüenza por los despilfarros. También me sorprendí con el ingenio de los pelos con olor a humano, para los depredadores. Todo allí estaba en otro tiempo, hasta el perro de la familia, Boira, que significa niebla, en lengua valenciana, era apacible, suave y rechoncho. La montaña en aquel rincón ha mantenido el tiempo en un punto en que todo es acorde y no contrario a la naturaleza y eso se respira allí, en el paisaje y en las gentes. Fue precioso.
ResponderEliminarUn beso y gracias por entrar así, de lleno en esta experiencia conmigo.
gracias Viena por compartir con todos tu experiencia, la verdad lo as explicado tan bien, que ha habidos momentos que creía que estaba también hay, y con lo que me gusta a mi el arroz, como buen alicantino, jajaja venga un saludo
ResponderEliminarMariano: Fue uno de los mejores arroces que he probado nunca, además con esta buena gente, disfruté muchísimo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Me ha gustado mucho tu relato porque me ha hecho recordar tiempos pasado cuando veraneando en un pequeño pueblo de Cáceres, nos abastecíamos de huevos de gallinas que estaban todo el día por el campo, pimientos que poníamos a secar para el utilizar en invierno, los tomates de huerta que sabían a tomate, las sandías de secano (que eran de un color verde clarito).
ResponderEliminarEn fin, me alegro que todavía haya gente que disfrute se esa calidad de vida.
Un saludo.
Gracias por tu comentario y bienvenida Ipecan. Me alegro de haber despertado en ti esos bonitos recuerdos y sí, hay gente que todavía disfruta de esta otra vida con menos ruido, por suerte, mucha gente y en muchos lugares.
EliminarUn beso.