Por una senda van los hortelanos, que es la sagrada hora del regreso, con la sangre injuriada por el peso de inviernos, primaveras y veranos. Vienen de los esfuerzos sobrehumanos y van a la canción y van al beso, y van dejando por el aire impreso un olor de herramientas y de manos. Miguel Hernández. El Rayo que no cesa. Fragmento. Los hortelanos, volviendo a casa a por el beso y la cena. ...
Cocina y algo más