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Mostrando entradas de octubre 23, 2010

Gachas, arrope y calabazate: Novena hernandiana.

                                                                                                                                     Un poeta de la tierra. “El silbo de afirmación en la aldea”, del que ya traje un fragmento en la entrada anterior, es un largo poema de Miguel Hernández que encuentro especialmente bello y con el que me identifico totalmente. En él, Miguel Hernández parece mostrar su propia dicotomía entre la ciudad y su pueblo, entre la salida al mundo que su curiosidad reclama y la añoranza de un mundo rural, en donde siente que todo es más verdadero. También yo vine un día a la ciudad, para añorar de nuevo el campo y buscar el equilibrio entre una y otro. Quizás sea ese lugar intermedio en donde estoy. Pero cada verso de este poema, me conmueve, me trastoca y me deleita, porque pone de manifiesto algo que siento:   Y miro, y sólo veo velocidad de vicio y de locura. Todo eléctrico: todo de momento. Nada serenidad, paz recogida. Eléctrica la luz, la voz, el viento