No me salió, esa especie de flan que es la base de la tarta, era demasiado delgado, no pude desmoldar y como tenía prisa, acabé sacando el chocolate a cucharadas, pero en lugar de tirarlo a la basura, monté unos vasitos que metí en la nevera, decorados con unos macarons que había hecho por la mañana. Me fui al teatro olvidándome del fiasco y estando allí recibo un mensaje de mi hija que decía: “El postre más bueno que he probado jamás. Extraordinario”. De vuelta a casa estuve pensando que quizás tendría que volver a intentarlo, porque ella tiene buen tino en el paladar y si ella decía que era extraordinario, es que lo era. A mi me había llamado la atención la decoración de la tarta, esta especie de traje de volantes tan vistoso, pero la base, no pensé que podría ser tan exquisita. A veces las cosas no salen a la primera y si desistimos, ahí se acabó la historia. Otras ve
Cocina y algo más