Ir al contenido principal

Arroces (VII): Con recuerdos. Hyde Park

                                                      


                                                                                                  


El séptimo arroz nos lleva a Londres. Año 1979. Pero permitidme que os ponga en antecedentes.

Quino y yo nos fuimos a recorrer Europa ¡En un dos caballos!
Salimos desde Alicante y nos pusimos en carretera con la intención de viajar sin demasiado rumbo fijo. Llevábamos una tienda de campaña, dos sacos de dormir, un camping gas, algo de ropa y un par de botellas de Málaga Virgen.

Cada noche, en cada acampada que hacíamos, escribíamos el nombre del lugar en donde estábamos, en el techo de la tienda, una canadiense de color naranja. Y esos nombres fueron poblando como un firmamento de estrellas, nuestro lecho viajero.




Son recuerdos muy importantes en mi vida, aquel fue realmente un viaje iniciático. Además, en aquel entonces, las fronteras eran fronteras, no como ahora, que lo mismo tiene, estar en Gerona que en Valence, porque en todos los supermercados se vende lo mismo, las gasolineras son iguales y la gente habla cualquier idioma. Entonces no, entonces pasabas la frontera y todo cambiaba: ¡Estabas en el extranjero!

¿Podéis imaginar cómo se sentía una chiquita de Orihuela que nunca había ido sola más lejos de Murcia o de Alicante?

Desde Francia, por Dieppe, pasamos el Canal hasta Newhaven. Corría Agosto de 1979, justo cuando se celebraba la famosa regata Fastnet que inesperadamente debido a vientos de 70 nudos, se convirtió en la regata más trágica de toda la historia.
De 305 veleros que salieron el 11 de Agosto, para participar en la Fastnet 79, sólo 64 cruzaron la línea de meta. 67 volcaron con el trágico balance de 15 desaparecidos, 100 veleros más se tumbaron, otros tuvieron que refugiarse donde pudieron, vamos, el peor desastre de la historia en las regatas de altura.
Pues bien, justo ese día, ese día y no otro, Quino y yo pasábamos el Canal, con nuestro dos caballos en la bodega del ferry.
Las olas eran tan grandes, que hasta el personal del barco estaba mareado, con bolsas en la mano paseando de un lado a otro intentando tranquilizar a los pasajeros. Yo no sabía nada de inglés, Quino algo, pero estaba muy ocupado vomitando el pobrecito, así que sin noticias que leer, sin idioma y sin experiencia, yo pensaba que eso era siempre así, que el Canal tenía esas aguas revueltas y que me quedaría a vivir en Inglaterra para siempre, porque otra vez, yo no pasaría por aquello.





Cuando llegamos a Newhaven, tomamos rumbo a Briton y de allí a Londres, conduciendo por la izquierda, todavía mareados por la travesía y sin acordarnos que las distancias en Inglaterra se medían en millas y no en kilómetros.
Fue toda una odisea.


Pues bien, después de todo esto, se inició nuestra andadura por Londres, en donde hay que decirlo, nos trataban como a españoles y alguno me entenderá lo que quiero decir.
Ya antes, en la aduana, para empezar, habían dos colas: una para los europeos y la otra para los españoles y “resto” de África. Sí, señoras y señores, eso lo he vivido yo.
Pero eran simpáticos, cuando los ingleses pasaban a nuestro lado, sea en un semáforo, en el puesto de peaje de la autopista, o donde sea, nos decían cosas como: ¡Espania, Benidorm, patatas frittas!
Desde luego yo no tenía experiencia en viajes y menos en el extranjero, pero jamás pensé que me iban a registrar la mochila en el supermercado sólo por ser española, o que me iban a someter a un interrogatorio, separándome de Quino, en las dependencias policiales del ferry, solo por ser española.
Anécdotas mil, entre ellas algunas repetidas, como cuando nos encontrábamos con un policía, que se quería quedar con nuestro Málaga Vírgen. Y nosotros empeñados en que no, que nos dijeran lo que había que pagar, pero que no dejábamos nuestras botellas, jajaja. Fue un viaje tan rico en vivencias.
¿Y cuando en Londres nos trataban despectivamente en un bar?
Quino se esforzaba en hablar inglés, con el resultado de miradas extrañas, malos gestos e incluso mofas. Nos servían, si, pero no nos quitaban la vista de encima. Claro que no viajábamos con Samsonite ni con Rólex, éramos viajeros algo hippies, con pantalones vaqueros y jerseys demasiado anchos para la época.
Un día, cansada de ser tratada así, le dije a Quino que la culpa era nuestra, que nos esforzábamos demasiado por rebajarnos ante los ingleses y que ya no lo íbamos a hacer más: ¡Déjame a mí! Le dije.
Entramos en aquel bar de Canterbury, era de noche, el ambiente como en todos los bares de allí, algo extraño para nosotros, pero queríamos tomar algo. Era nuestra única licencia después de todo el día caminando.
Entré decidida hacia la barra, como si estuviera en España, ya estaba bien. Le dije al camarero en español y con toda naturalidad: “Dos cervezas por favor. Y nos gustaría sentarnos ¿hay alguna mesa libre?
El camarero me miró, mantuvo la mirada y el silencio por un instante, y seguidamente dijo:
¡Pero coño! ¿En qué se me nota que soy español?
Nos reímos tanto y tan fuerte, que todos los ingleses volvieron su cabeza alarmados y curiosos por ver qué pasaba.
Nos lo pasamos genial. El de “Albacete” nos invitó a su casa, aunque preferimos quedarnos por las calles, charlando hasta el amanecer.

Por la mañana recorríamos Londres y con emoción, nos sentamos en Picadilly Circus, esa plaza mítica que soñábamos desde la glorieta de mi pueblerina Orihuela. Luego caminando, llegamos hasta Hyde Park, cansados, con sed y con hambre.
Normalmente comíamos bocadillos, algo que nos hacíamos nosotros mismos, cualquier cosa, pero aquel día, estaba especialmente cansada y sobre el césped, un gorrión vino a posarse en mi mano. Era impresionante, en España yo no veía esa docilidad de los gorriones. Con él en la mano, Quino hizo la mímica como si me fotografiara y me retuvo en una foto imaginaria. Luego, me miró y cómplice me dijo: Hoy vamos a comer un plato caliente.
Nos fuimos a un restaurante en el corazón de Hyde Park y pedimos un plato de arroz que figuraba en la carta. Era arroz basmati, que yo nunca había probado. Estaba hecho con ternera y era el arroz más rico que nunca había probado.

Tuvieron que pasar algunos años para que en una cocina propia, yo hiciera aquel arroz que mi paladar nunca olvidó.

Y es que hay sabores que jamás se olvidan, fotos que eternamente se guardan y vidas que siempre permanecerán enlazadas aún con hilos invisibles, porque han compartido viajes que son eternos.

Va por ti Quino.



Ingredientes:

Aceite de oliva virgen extra
Tres buenos filetes de lomo de ternera
1 cebolla
1 zanahoria
1 ramita de apio
1 tomate maduro
Un puñadito de guisantes
1 diente de ajo
Sal, pimienta y nuez moscada
Una copa de brandy
1 taza de arroz basmati por persona (en este caso 3 tazas)






Así se hace:

En una sartén con un fondo de aceite, freímos vuelta y vuelta los filetes de carne previamente salpimentados.






Daremos solo un par de vueltas y reservamos en la misma cazuela en donde vamos a cocinar el arroz.




En el mismo aceite, vamos a freír la cebolla cortada en juliana




Enseguida añadimos el ajo laminado y la zanahoria en brunoise


Seguidamente el apio en trocitos pequeños


Los guisantes y el tomate rallado



Unas cuantas vueltas hasta que todo está bien hecho y echamos el brandy


Finalmente todo bien mezclado, lo echaremos sobre los filetes en la cazuela.



Añadimos un litro de agua y dejamos hervir hasta que la carne esté tierna.


Mientras tanto, lavamos el arroz basmati, lo que se hace porque tiene más almidón que el redondo.



Cuando la carne está tierna, sacamos los filetes de la cazuela y reservamos en un plato.



A continuación echamos el arroz escurrido, en la salsa de la cazuela y actuamos como de costumbre. Movemos para que el arroz asiente y dejamos sin tocar hasta que el arroz esté hecho, unos diez minutos más o menos.






Una vez que el arroz está hecho, aunque enterito todavía, apagamos el fuego y dejamos reposar tapado, aunque con un pequeño respiradero.



Y en diez minutos, listo para comer



Se sirve con el filete a un lado, para que el comensal lo mezcle partido o se lo coma como prefiera.
Queda un arroz muy suelto, muy aromático y ligero. Delicioso.






Arroz Hyde Park



Un abrazo

Comentarios

  1. Viena que arrocito más rico, me lo anoto

    ResponderEliminar
  2. La verdad es que después de leer tus recuerdos de ese viaje increíble, apenas si me he fijado en el arroz...
    Qué aventura tan romántica, un viaje a través de Europa a caballo, y eso de los nombres de los sitios escritos en el techo de la tienda...dime que todavía la conservas!!!
    Y una vez en Londres...¿Qué hacíais con los caballos?
    Te diría que fué una suerte haber vivido una experiencia así, pero más que suerte fué valor, imaginación y ganas de vivir, todo lo que yo no tuve en aquellos años. No saber cómo te envidio!!!
    Un besazo.

    ResponderEliminar
  3. Querida Viena, cómo me has hecho reir con la entrada triunfal en ese bar de Londres. Además , me has hecho pensar en cuánto hemos evolucionado los españoles desde el año 1.979.
    Tus historias me encantan. Sabes contarlas de una forma especial que invitas a quien te lee a que vaya contigo, huela contigo y coma ese dichoso arroz basmati que te supo a gloria. A gloria me sabe a mi leer cada entrada que haces. No sabían los ingleses lo que se estaban perdiendo!!!. Besos.

    ResponderEliminar
  4. Me gustan mucho tus entradas por todo lo que cuentas. Una historia preciosa y muy bien contada. ¡¡¡Qué bonito que los recuerdos perduren y querer recordar ese sabor del arroz!!!
    La verdad es que tiene que estar delicioso.

    Besitos

    ResponderEliminar
  5. Qué recuerdos tan entrañables te trae este arroz, gracias por compartirlos con los que nos encanta leerte!

    ResponderEliminar
  6. Que bonita historia, la verdad es que hace más entrañable todavía el plato que nos presentas hoy.

    Saludos

    ResponderEliminar
  7. Querida Viena.....no sabes como he viajado contigo a traves de tu relato....la inocencia de salir de donde vives....."ir al extranjero"....sentirte observada en las tiendas....me has hecho recordar como ha cambiado el mundo.....como se viajaba antes.....y como se viaja ahora....es cierto que uno en los viajes atesora sabores que siempre lleva en el alma y que despues tratat de reproducir.....esa es un poco mi historia.....la cocina a traves de los recuerdos....la histori....la memoria.....delicioso arroz Hyde Park....mas aun cuando te evoca tus inicios en esta aventura......Abrazotes, Marcela

    ResponderEliminar
  8. Ay Viena! como me has hecho reír. Y recordar, que yo también viví esa Inglaterra de los carteles en las puertas de las tiendas: prohibida la entrada a perros y españoles. Creía que era una leyenda y no. Verdad de la buena. También he de decir que algún compañero del grupo fue expatriado por "levantar" Levi's en una tienda -se los llevaba puestos uno encima de otro- ... y sin contar a los descerebrados que llevaban hachis en el forro de los abrigos porque les habían dicho que en Londres lo pagaban bien caro así que con el dinero que se sacaran comprarían chupas y vaqueros para vender en España.. ay, lo que no tuvieron en cuenta es que en Inglaterra, los que trapichean no son descerebrados con las hormonas aún revueltas, son delincuentes, que les dejaron como en el cuento de la lechera...

    Pero tu relato suena mil veces mejor. Cuánto quise una escapada así que nunca llegó... un viaje romántico y no un viaje de estudiantes chillones, me cachis! como dices, cruzar la frontera era una odisea en sí y bueno, con el dos caballos para arriba y para abajo... eso si que eran aventuras y no en los coches de ahora que uno ni se entera que está en marcha... entonces, vaya si te enterabas...

    En fin, que he disfrutado mucho:-) un beso muy grande

    ResponderEliminar
  9. Viena, que recuerdo tan bonito has compartido con nosotros, gracias, me ha gustado mucho, mientras relatabas yo iba imaginando la escena, seguro que este arroz sabe muy bien, pero mejor sabe saber de dónde viene. Besos guapa.

    ResponderEliminar
  10. Una historia preciosa, y un arroz del que me llegan los olores. Me encanta el basmati.
    Un besote.

    ResponderEliminar
  11. En agosto del 79 estaba yo en la barriguita de mi madre con ganas de salir y ver el mundo...

    Qué suerte tuviste en esa época de poder salir de España y hacer un viaje a la aventura, esos viajes marcan para toda la vida. Aunque te discriminen por ser española. La juventud puede con lo que le echen. ¡Hasta para retener el Málaga Virgen!

    Me ha recodardo a mi viaje en 2008 por Centroeuropa. 6 paises en 17 días, durmiendo en albergues u hostales y con muchas ganas de ver mundo: Munich, Chesky Krumlov, Salzburgo, Viena, Bratislava, Budapest, Cracovia, Wroclaw, Berlín...Cuidades que recordaré toda mi vida y a las que quiero volver. Siete amigos ilusionados y fascinados por los paisajes, los monumentos y las gentes. Y yo, la única de la vieja escuela que no sabía hablar inglés, me sentí muchas veces como tú, perdida, hablando por gestos, aunque lo recuerdo de manera divertida.

    Pero este viaje fue diferente al tuyo, aunque íbamos "a la aventura", teníamos vuelos programados de ida y vuelta a Málaga y alquilamos dos coches para los demás días. Y nadie nos miraba mal por ser españoles :-)

    También recuerdo mi viajito a Londres en 2009. Y mi paseo por Hyde Park en un día nuboso y frío, parados en un banco, con mucha hambre y panes con semillas de amapola en las manos.

    Seguro que a Quino y a ti, después de tantos bocadillos, el arroz basmati con ternera os sabría a gloria. Como debe saber el que nos has preparado hoy.

    El toque de brandy me ha gustado mucho. Qué poco utilizo las bebidas para la comida, ¡con el sabor tan bueno que dan!

    Y como no, magnífica receta y mejor historia. Gracias siempre por compartir con nosotros parte de tu vida y hacernos recordar momentos preciosos de las nuestras.

    Muchos besos...

    ResponderEliminar
  12. Ese arroz se ve estupendo!!!...acompañado de tus recuerdos es genial.
    Besitos wapa.

    ResponderEliminar
  13. Qué crónica tan bonita de un viaje, qué maravilla hace un viaje así, aventura pura. Lo de la custodia de las botellas, os aplaudo, me ha encantado.
    La receta, sencilla y rica. Adoro el basmati, lo conocí realmente acá en Múnich, creo que pocos arroces poseen un aroma tan especial, de hecho, nunca habñia relacionado el olor con un arroz, una maravilla.
    Un gran abrazo

    ResponderEliminar
  14. No he podido evitar sonreír con el comentario de nuestra amiga Lolah jajaja, desde luego lo que cambia el cuento si se te pasa por alto ese artículo 'un', y bueno, rompo una lanza a su favor, como no comentas más cosas del coche, es que si lo piensas queda aún más romántico!!!.

    Pues bien, entre tu historia, que me has tenido alerta hasta el final, es desde luego un relato digno de recordar ¡guau qué aventura!, y este comentario tan chisposo, el arroz lo vamos a dejar simplemente en que es fantástico, nosotros no tenemos ninguna historia especial con el basmati, hasta haber visto tu post.

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  15. Me ha gustado lo que he leído, ya entré el otro día pero hoy me paro más, sigo a la "cocina de mi abuelo" y a través de ese blog, también veo que hablan y hay comentarios del tuyo.
    Me he quedado impresionada con el trabajo que has hecho con este artículo, las fotos paso a paso,son una maravilla y el plato en si, una delicia.
    Así que aquí estoy.
    Espero seguir viéndote.

    CUATRO ESPECIAS

    ResponderEliminar
  16. Juro que estaba convencida de que habíais ido a caballo!!! Si no llega a ser por el comentario de Carlos...
    En fin, sigue siendo de lo más romántico.
    Un besazo.

    ResponderEliminar
  17. Maravillosa historia, Viena, llena de humor y de nostalgia. Casi, casi, me he saltado lo del arroz para que no se me borre la impresión que me ha dejado tu relato. Prometo, de todas formas que voy a volver a leerlo.

    Un besazo

    ResponderEliminar
  18. Queridos amigos: Qué buenos ratos me hacéis pasar, y cuánto os agradezco por ello, de verdad, muchas gracias.
    Ayer, después de escribir y publicar esta historia, me quedé triste, había removido una parte de mi vida que fue muy importante y la nostalgia y el tiempo pasado, bueno, uf, seguro que me entendéis. Además recordar a Quino, cuya suerte posteriormente no fue buena, me pone en un punto melancólico muy malo. Salí y había una luna preciosa, lo que faltaba, estaba tocada.
    Pero cuando regresé muy tarde y vi el comentario de Lola, no pude evitar reírme, la historia me dio un vuelco, era super simpático que Lola confundiera el dos caballos con dos caballos. Que no es ninguna tontería Lola, que igual estábamos así de locos para hacerlo y posible era, según un amigo argentino me decía hoy, Mancha y Gato fueron dos caballos criollos que recorrieron nada menos que 21.500 Km. con un suizo que los llevó desde Argentina hasta New York, así que imagínate que no era un imposible.
    Pero no, en nuestro caso fue un dos caballos, un coche que era prácticamente una lata de tomate jajaja. Cada vez que llovía cuatro gotas, la dinamo se mojaba y os juro que ese coche lo han empujado: franceses, ingleses, belgas, italianos, yugoslavos, alemanes, austríacos... jajaja.
    Bueno, pues eso, que cuando volví, me reí tanto y me sentaron tan bien vuestros comentarios, que ya no estoy triste. Al contrario, me siento bien de haber compartido con vosotros mi viaje y mis recuerdos.
    Hoy al leeros de nuevo, es mucha la satisfacción de sentiros ahí, cerca, receptivos, acompañándome en este otro viaje por la Red en la que compartimos tantas cosas.
    Os doy las gracias, gracias de verdad por estar ahí y por esta vez, me perdonáis que no os conteste uno por uno, pero creo que hemos abierto la conversación como en una charla entre amigos y eso me gusta mucho.
    Lo dicho: Gracias Lola, gracias a todos.
    Un beso.

    P.D. Lola, por supuesto que guardo la canadiense. Esos tesoros hay que guardarlos.

    ResponderEliminar
  19. Gracias a ti por abrirnos tu corazón de esa manera, cuando venimos por aquí ya sabemos que no vamos a ver una simple receta de cocina, sino a emocionarnos, a aprender y por qué no...a reirnos.
    Un besazo.

    ResponderEliminar
  20. Viena, yo me dí cuenta de que Lolah confundió el dos caballos con dos caballos, y si ya me había reido un montón con tu relato, con Lolah ya fué el remate. ja,ja,ja,ja,.... es que me parto de la risa todavía.
    Ya ves que tus entradas dan para mucho y nos lo haces pasar genial.Besos,

    ResponderEliminar
  21. Me ha encantado compartir ese tú especial verano del 79 Viena. Las anécdotas del viaje que nos cuentas, esa imagen del español fuera que me imagino la impotencia que tendrían que dar determinadas situaciones y que, afortunadamente, han quedado atrás. Sin embargo, hay cosa que seguramente antes eran mejor, sobre todo esa inocencia que se tenía, el sorprenderse de muchas cosas que hoy con tanta saturación de información, tristemente ya no nos dicen nada. La receta de arroz también muy sabrosa, no suelo usar el arroz basmati más que en ensaladas y muy de higos a brevas, estaría bien experimentar la tuya. Un abrazo Viena.

    ResponderEliminar
  22. Qué buena pinta tiene este plato y qué completo. Ideal para el invierno.

    ResponderEliminar
  23. Bien! Con saber que nuestros comentarios te han levantado de la tristeza...Eso acarrea siempre los recuerdos, que a veces te ponen triste, lo que hay que pensar es que hay que crear hacia adelante buenos recuerdos del futuro, es decir, vivir el presenta con vitalidad y alegría...

    Yo lei tus vivencias, después lei a Lolah, y tuve que volver a tu relato, pensaba que era yo la que me había equivocado, jejejej Bonita anécdota para recordar.

    Muchos besos!

    Y que la luna también se disfruta estando alegre!

    ResponderEliminar
  24. muy gracioso el relato
    y muy rico este plato
    con esa carne que se sale de la foto¡¡¡¡
    con esa materia prima triunfo asegurado ¡¡

    ResponderEliminar
  25. ¡Vaya Viena!, me he puesto cantidad de melancólico leyéndote. Pero sí, las cosas eran así tal como las cuentas.
    En el 74 mi mujer y yo nos fuimos a vivir a París. Y la verdad, quitando del primer mes, todos los recuerdos son muy entrañables. Eso sí, los franceses (o mejor dicho, los parisinos) eran (o son) bastante clasistas y racistas, y a los españoles no nos miraban muy bien. Pero aprendimos a relacionarnos con las gentes de todos los países, menos con los franceses.
    Bueno, y lo del dos caballos (¿era descapotable, Viena?). Ese fue nuestro primer viaje motorizados en 1977, porque hasta entonces todo lo hacíamos en autostop o en tren, con un dos caballos por el sur de Francia, Italia y la antigua Yugoslavia.
    La verdad es que se pasan muchas peripecias, pero al final lo que queda es una gran cantidad de buenos recuerdos.

    ResponderEliminar
  26. LOLA: Eres un encanto. Un beso.

    ANNA: Fue simpatiquísimo el comentario, yo también me reí mucho, jajaja. No sabía cómo se lo iba a decir, con lo romántico que parecía todo. Al final Carlos lo sacó, pero fue muy bueno.
    Que pases un feliz día.
    Un beso doble.

    DELIKAT: La imagen aquella de los españoles ha quedado atrás, pero muy atrás. Ahora cuando viajo es que no hay color, ahora somos europeos, nada que ver con entonces. Es verdad también lo que dices, que hay menos emoción, pero ese fue el precio. Ahora tenemos que ir a culturas más lejanas a vivir las emociones.
    Un beso grande y gracias por venir.

    ELENA: Muchas gracias por tu comentario. Me alegro de que te guste el plato.
    Un beso.

    LAURITA: Yo disfruto la luna alegre, melancólica y de todas las maneras, pero sí es verdad que estaba más sensible, así que me había entrado morriña. De todas formas, creo que no es malo sentir la melancolía de los buenos recuerdos que han quedado atrás. La vida está hecha de contrastes y todos son necesarios.
    Y luego con la anécdota del comentario de los caballos me reí tanto que han sido unos ratitos estupendos. Gracias de verdad.
    Un beso.

    LA MAMI: Me alegro de que te hayas divertido un ratito. Este arroz está muy rico, de verdad, un día lo pruebas y verás.
    Un beso y muchas gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar
  27. OTEADOR: Ah qué alegría que me des la oportunidad de decirlo bien alto: Que sí ¡Era descapotable! jajaja. Un precioso descapotable color vainilla. Era una pasada, se mojaba y no arrancaba, así que teníamos que pedir ayuda para que nos empujaran cuesta abajo, allá donde estábamos. En aquel viaje se nos rompió también el cristal delantero, no veas el problemón y el trajín para sacar el dinero, que era una pasta, jajaja.
    Nosotros sentimos a los franceses e ingleses mucho más hostiles que a los alemanes, cuando llegamoa a alemania, miraban el dos caballos y se partían de risa, claro con los cochazos que gastaban ellos y nosotros en la lata jajaja.
    Pero los franceses e ingleses, es cierto que nos miraban peor. También estuvimos en Yugoslavia, incluso en esa época, parecía 40 años atrás que España, me impresionó. El único país en el que ví mendicidad, como en España. ¿Y Suiza? Dios, qué nivelazo cívico jajaja. Y Holanda, aquel paraíso para los jóvenes, aún recuerdo los prostíbulos que tenían escaparates, ahí se veía a las chicas en el escaparate. Y en Venecia que te podías sentar en los sillones de los museos o tocar lo que quisieras, jajaja, nunca había visto tan poco cuidado por el arte. Todo era tan impresionante, tan nuevo, tan diferente.
    Es cierto que se pone uno melancólico, tantos recuerdos, tan jovencísimos que éramos.
    En fin, me alegro de haberte recordado también tu gran viaje, aunque te haya puesto un pelín melancólico, creo que te habrá gustado recordarlo.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  28. Ese plato tiene que estar riquísimo. Como siempre, un paso a paso genial y unas explicaciones muy completas. La verdad es que a partir de ahora, quien no sepa hacer arroz es porque no conoce tu blog o porque es un/a vago/a sin remedio.

    Besos
    Nik
    (Es que "En cintura" ha cambiado de ubicación.)

    ResponderEliminar
  29. De Albacete!, si es que estamos en todos los sitios, Ay,! que haría el mundo sin los españoles.
    Me he reido un montón, y tan entretenida he estado con tu relato que el arroz a pasado a segundo plano, he tenido que leer dos veces la receta que la verdad me ha encantado.
    Un beso

    ResponderEliminar
  30. HAY VIENA!SI QUE ME HAS EMOCIONADO CON TU HISTORIA.
    TENGO QUE CONFESAR QUE YO TAMBIEN CREI QUE HABIAN IDO A CABALLO.
    HA SIDO UN PLACER PASAR A VISITARTE,TE MANDO UN CALIDO SALUDO DESDE MONTEVIDEO-URUGUAY

    ResponderEliminar
  31. guau Viena que experiencias vivisteis, eso si que fue viajar.Ese es uno de mis sueños coger un coche una mochi y recorrer muchos, muchísimos kilómetros y conocer y llenarme de experiencias y de gente interesante.........aunque aquella época fue vuestra y como tu dices ya nada es como antes, aunque yo tampoco se mucho ya que había nacido hacía 4 años.
    Un arroz sensacional,me encanta llegar a tu cocina Viena.
    Un beso fuerte

    ResponderEliminar
  32. Hola NIK: Gracias por tu comentario y tu visita. Espero que esta serie, aunque sea por repetición pueda aportar algo en el tema de los arroces. Después de todo esa es la finalidad.
    Un beso.

    CHELO: Qué risa aquella anécdota se nos quedará siempre en la memoria, el chico de Albacete estaba tan preciado de vivir en Inglaterra y tener una novia inglesa.
    Nos pasamos hablando toda la noche. ¡Qué noche!
    Un beso y gracias por tu visita.

    ResponderEliminar
  33. MIRTITA: Muchas gracias por venir a visitarme. No me di cuenta que todo el mundo no sabía lo que era "un dos caballos", que era el coche de los hippies, de la gente sin dinero, de los aventureros de los años 70/80. El viaje en caballo habría sido muy romántico desde luego, pero en "el dos caballos" te aseguro que no lo fue menos. Fue un viaje muy bonito.
    Un beso.

    MARIA: Si esa es tu ilusión, no lo dejes mucho, en cuanto tengas la oportunidad, hazlo y la verdad que aunque en Europa ha cambiado mucho, todavía hay lugares de culturas diferentes, de paisajes de aventura para todo el mundo. A mi me encanta viajar, de hecho, dentro de poco me iré a París, no puedo pasar mucho tiempo sin que esté planeando mi próximo viaje.
    Un beso y gracias por tu visita.

    ResponderEliminar
  34. Viena, estaba segurísima que te había dejado un comentario en esta entrada. ¿O fué en la anterior del pulpo? como sea, donde estén tus arroces, que se quiten los demás, ese paso a paso es genial.

    ResponderEliminar
  35. BLO: Muchas gracias por tus palabras, es un placer tenerte por aquí.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  36. Querida Viena, mi nombre es Talía y soy de Argentina. Hoy descubrí tu blog, y no sólo me quedé enamorada de tus recetas, sino de tus relatos. Este en particular, el relato de ese romantico viaje a Londres me hizo viajar con vos. Tengo 17 años, adoro la cocina, y uno de mis sueños más grandes es viajar, conocer diferentes lugares, diferentes culturas, diferentes recetas,idiomas, creencias, anhelos. Gracias en verdad, por un momento sentí que estaba ahí con vos y Quino, los imaginé tal como en una película. Tu relato es mágico. Te envío un gran abrazo desde Buenos Aires.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida Talía: Tu comentario es muy bonito y me llega hondo, porque me identifico así, como tu, a tu edad, con esos deseos que fui cumpliendo y que todavía persigo cada día y cada minuto de mi vida. Aprender, conocer gentes y lugares, encuentros maravillosos... Viajar es vivir intensamente todo eso, toda la diversidad, abrirse a mundos nuevos y magníficos, un tesoro vital para un viajero sensible.
      No renuncies a esos sueños, Talía, nunca. Mueve los hilos necesarios, haz pasito a pasito lo que tengas que hacer, para que puedas realizar tus anhelos. Porque si no lo haces, los sueños caducan sabes? y hacen mucho mal ahí dentro, reprimidos en el almacén de los sueños caducados.
      Te deseo mucha suerte y si en tus viajes llegas hasta aquí, en donde de momento me encuentro, espero que me vengas a visitar. Será un bonito encuentro.
      Un beso muy grande

      Eliminar

Publicar un comentario