Después de un final de curso
intenso, con exámenes y cenas, curso de paellas, reuniones y hasta las fiestas
alicantinas por excelencia, Fogueres y semana de fuegos artificiales en la
playa hasta la madrugada, todo ello, entrañable y hermoso, pero sí, cansado
igualmente, llego por fin a unas merecidas vacaciones.
Lo primero que hice ayer, fue preparar mi rinconcito debajo de los pinos. Ya sabéis que debajo de los pinos apenas crece nada, así que hay que hacer siempre un esfuerzo extra para mantener este sitio, con las plantas en buenas condiciones a pesar de la sombra de los grandes pinos.
Ya está, este año he plantado en
tierra un trebolillo, que me han asegurado que crece bien en la sombra.
De todas formas, mi casa como mi
espíritu, no estarán nunca demasiado pulcros ni ordenados, somos así, un poco silvestres, con una especie de rescoldo
salvaje que no puede ser demasiado estructurado.
Tengo muchas cosas que contaros,
hace mucho que no dedico tiempo al blog, así que hay material en mí para ir
compartiendo.
Además llevo tiempo con la idea
en la cabeza de iniciar una serie dedicada a Europa y creo que éste va a ser el
momento.
¿Y por qué a Europa?
Pues porque Europa me gusta, me
gusta mucho. Porque Europa es donde culturalmente me ubico y llevo demasiado
tiempo, como seguramente vosotros, leyendo y escuchando sobre la crisis europea,
una crisis que nos va dividiendo, justamente cuando parecía que no quedaban
fronteras y más unidos deberíamos estar.
Se cumple de nuevo aquella
canción de Soledad Bravo que decía que se trazan puntos y rayas entre los
pueblos “para que tu hambre y la mía estén siempre separadas” y Europa parece
fragmentarse ante la crisis.
Cuando era estudiante, podía
sentir a Europa como una gran cuna de artistas y creativos. Recuerdo que
pensaba que no había imaginación en ningún otro continente como la había en
Europa. Los grandes talentos del mundo, eran europeos: artistas, músicos,
literatos, científicos… Europa era un conjunto de países, cuál de ellos más
bello y más rico culturalmente hablando. Y yo me sentía identificada con la
Europa de Londres y de París, la de Portugal y la de Italia, la de Turquía, la
de Holanda o la de Bélgica... Viajé por muchos de sus países y me impregné de
sus esencias, disfruté respirando sus misterios y saboreé sus múltiples
placeres culinarios.
Aquella Europa pretendió estar
unida con el Euro, alcanzar una especie de sueño sin fronteras, que dejara
libre circulación a mercados y personas. Sin embargo se cae el sueño, surgiendo
europeos de primera, de segunda y de tercera. Europa se fragmenta y se
manifiesta en potentes, que doblegan por la ley de la economía Friedman a otros
más débiles, y vulnerables, generando cada vez abismos más profundos entre unos
y otros.
A instancias altas, nunca interesó una Europa fuerte, eso estaba claro y la verdad es que con la unión de la moneda, Europa prometía. Será casualidad, será producto del tejemaneje de las destrezas tramposas del mundo, pero Europa se nos muere entre las manos, se nos muere de pena y de temor, pero sobre todo, se nos muere de distancia entre unos y otros países. Nos hemos acabado creyendo que no somos amigos, que hemos de competir y por tanto, estar o arriba o abajo.
Europa es más que crisis y yo
quiero hablar de esos aspectos que conforman el más. Por supuesto el culinario,
pero también en un amplio sentido, porque como todos sabéis, lo culinario es honda
cultura y de la auténtica.
Y para empezar no muy lejos,
vamos a iniciar la serie con Francia, la cuna de la más famosa cocina del
mundo, en donde vivieron y dejaron su huella grandes cocineros como La Varenne,
Carème, Escoffier o más recientemente Bocuse. Quizás hablemos de ellos en otro
post dentro de no mucho tiempo.
La receta que he elegido es
Pissaladière, una receta del libro: “La cocina francesa” de Johanne Harris, la
autora del libro: “Chocolat”.
Por cierto, la semana pasada
volví a ver la película Chocolat, que estaban poniendo en TV. Me quedé con el
diálogo que mantienen Vianne, la protagonista, y su nómada amigo Roux:
Vianne: ¿Te gusta? Trasladar siempre tu casa allá a dónde vas.
Roux: Sí ¿Por qué no? Lo tuyo es más difícil, montar tu hogar empezando
siempre desde cero.
Vianne: Bueno, quizás esta vez acierte.
Roux: ¿Qué quieres decir?
Vianne: Puede que me quede… ¿Acaso nunca piensas en ser de algún sitio?
Roux: El precio es muy alto. Acabas preocupándote por lo que esperan de
ti. No.
Me gusta mucho detenerme en pinceladas,
adentrarme en los caminos y bucear un poco más allá de la playa, descubrir sin
un trazado.
Respecto al pensamiento, me gusta
ejercitarlo libremente y no preocuparme de lo que esperan de mí. Muy difícil en
estos tiempos tan impregnados de coach.
Os quiero. Sin prejuicios.
Y ahora, a por la receta.
Ingredientes:
Aceite de oliva virgen extra
25 g. de mantequilla
Kilo y medio de cebollas
Un ramillete de tomillo
Sal y pimienta
15g. de levadura en polvo, pero
de panadería
120ml. De agua tibia
250g. de harina de fuerza
Una cucharadita de azúcar
Aceitunas negras
Anchoas
Colocar en un recipiente de barro, el agua tibia, la levadura y el azúcar y dejar reposar durante diez o quince minutos, hasta que la mezcla se vuelva ligeramente espumosa.
Mientras tanto colocamos una
buena sartén o cacerola en el fuego, dejando que se derrita en ella suavemente,
la mantequilla mezclada con tres o cuatro cucharadas de aceite.
Cuando la mantequilla está fundida, añadimos a la sartén la mitad del tomillo, que habremos separado de los tallos.
Enseguida se impregnará nuestra
cocina de un aroma a Provenza exquisito. La Pissaladière es un plato de Niza,
en la Costa Azul.
A continuación, añadiremos la cebolla cortada en juliana y a fuego lento, iremos haciéndola, hasta que esté tierna y como caramelizada.
Tardará aproximadamente una hora
en estar en su punto, así que tenemos tiempo para ir preparando tranquilamente
la masa de la siguiente forma:
Cuando haya fermentado la levadura, añadiremos la harina, una pizca de sal y cuatro cucharadas de aceite de oliva.
Amasaremos formando una bola, que dejaremos reposar al resguardo de corrientes hasta que aumente al doble su volumen.
No tengáis prisa con el amasado, unos diez minutos le sentará muy bien a la masa.
Cuando haya doblado su volumen, amasaremos de nuevo, quitando todo el aire y colocaremos extendida, en una bandeja de horno. Untaremos la superficie con un poco de aceite.
Cuando la cebolla esté hecha, apartaremos del fuego y dejaremos enfriar. A continuación, extenderemos sobre la masa, repartiendo bien por toda la superficie.
Una vez extendida la cebolla,
colocaremos las anchoas formando una celosía, a nuestro gusto. En el centro de
cada separación, pondremos una aceituna negra.
Dejamos que repose unos 30 minutos antes de meter en el horno.
Introducimos en horno a unos 220º y hornear hasta que esté hecha, unos veinte o treinta minutos.
Ya podemos sacarla a la mesa en donde, os aseguro, desaparecerá en un santiamén.
A pesar de lo que pueda parecer, la pissaladière no tiene nada que ver con la pizza. No tiene tomate ni queso, características de ésta última y además, la masa es diferente.
Creo que es un gran recurso veraniego, que os invito a que probéis. Dice Johanne que en el Sur de Francia, venden porciones de pissaladière que la gente se lleva a la playa. Es una buena idea.
Nos vemos pronto. Un abrazo
No he leído toda la entrada pero estas fotos de tu receta me han dejado súper antojada. Volveré para leer toda la entrada y para copiar tu receta la cual no pienso perderme.
ResponderEliminarBesos, Viena, que estés bien.
Igualmente Prieta, espero que estés bien. Muchos besos.
Eliminarme encanta la receta solo viendo las fotos!!! vaya pintaza mas rica!!! me la como!!!
ResponderEliminarAdelante Mou, es una buena receta para el verano.
EliminarUn abrazo
Sencillo y verdaderamente delicioso...
ResponderEliminarAsí es Estoy EnLaLuna. Espero que la pruebes alguna vez. Un beso.
EliminarViena, ya volví y leí todo - muy buen post! Tengo una pregunta; no nos gusta la anchoa, con que la puedo sustituir?
ResponderEliminarPrieta, aunque nuestra amiga Carmen te dice por ahí abajo que no la puedes sustituir con nada, yo haré un esfuerzo y te daré algunas ideas, jajaja.
EliminarLa verdad es que la anchoa contrasta con el dulzón de la cebolla y queda requetebién, pero si no gusta, no gusta y habrá que buscar alternativas. A lo mejor con bacalao si te gusta, o algo que os guste y que sea bien saladito, o si no, unos espárragos, unas tiras de pimiento, todo lo que vaya bien con la cebolla, irá bien en este caso.
Un beso grande y gracias por tu visita.
Fijate que tu entrada me ha dejado un poco triste... menos mal que al ver tus fotos de tu bonita y seguro que rica receta, me ha subido el animo!
ResponderEliminarY como todo tiene arreglo en ésta vida... eso dicen, espero que el problema europeo se arregle...!
Besitosss.
esperemos que sí, Golonsegus, que se arregle. Muchas gracias por tu comentario. Un beso
EliminarViena, qué gran cocinera eres. Uff esto es un poema. Y con anchoas, qué delicia.
ResponderEliminarQUe me la hago pronto para llevarla a mi propia playa particular, es decir mi jardín. Un abrazo.
p.d. Dile a Prietita que la anchoa es tan buena que no tiene sustituto, sólo unos tristes pimientos que con su insípido sabor apenas le imprimirán un poco de color, ja, espero que no se moleste conmigo. Saludos Prieta
Carmen, Carmen, que te veo traviesa y pícara jajaja. Ya le he dicho a Prieta que el salado de la anchoa es lo que va mejor con el dulzón de la cebolla, pero es que cuando no te gusta una cosa, no hay manera, así que se pueden buscar sustitutos, tampoco pasa nada.
EliminarYa me dirás cuando pruebes cómo te salió y si te gustó, seguro que si.
Muchos besos Carmencita.
Para mí, Europa es más que una idea o un ideal. Es el sitio al que pertenezco, en el que vivo y en el que trabajo. Y si bien hay diferencias culturales, que Olivier Todd achaca a las diferentes formas de familia, nuclear o extensa, o, que otros relacionan con la línea de frontera entre las culturas protestante y católica, hay un fondo cultural común. Mi amigo más juerguista es un finlandés, conozco alemanes con sentido del humor e ingleses a los que les gustan los caracoles a la borgoñona con mucho ajo. Lo importante es la gente, las personas. Oye, yo puedo sentirme mucho más a gusto en un pueblo de Holanda que, por un poner, en Quintanar de la Orden. Lo malo es que esta Europa, mía, la están secuestrando intereses que, valga la redundancia, no nos interesan. Y nuesto desafío es hacer frente a eso. Ya veremos si lo conseguimos o nos hundimos en la irrelevancia.
ResponderEliminarY tu receta, fantástica, como siempre
Abrazos
Ay, que me he equivocado de Todd: quien achaca las dieferencias europeas a las diferentes clases de familia no es Olivier Todd, sino su hijo, Emanuel Todd.
EliminarLo importante son las personas Sorokin, esa ha sido una máxima que siempre me ha gustado adoptar, las personas sean de donde sean y por lo demás, totalmente de acuerdo contigo, con tu percepción, así me siento también yo respecto a Europa, es como mi casa, un poquito más grande.
EliminarEsperemos que sepamos salvar los obstáculos.
Y tranquilo Monsieur, que el apellido Todd tiene tanto peso, que dudo que ninguno nos paráramos a reparar en el nombre, aparte de fiarnos de ti y a no ser que consultemos las chuletillas, era difícil averiguar que había un error.
EliminarGracias por tus siempre agudos comentarios.
Un abrazo
Ufffff veo que no soy la única que se duele de la suerte de Europa. Si según la mitología clásica fue raptada por un toro, no quiero pensar quién la ha raptado ahora...
ResponderEliminarEl otro día oyendo la 9ª de Beethoven me acordé de que ése es el himno de Europa, pero va a ser lo único memorable, viendo el percal.
La cocina francesa es mi cocina europea favorita, después de la española, aunque poco después... La pissaladière aún no la he comido, pero la pinta es tremenda.
Un besote.
Sí, no eres la única Su, a mi también me duele.
EliminarLa cocina francesa está considerada de las mejores del mundo y no es casualidad, es riquísima como ricas son sus regiones y las diferencias tan bien cuidadas de todas ellas, de ingredientes y de productos de la tierra. A mi me gusta mucho el gran respeto de los franceses por la comida, por su cocina y por los ingredientes naturales que usan con esa maestría, las hierbas, qué delicia, qué delicadeza de uso.
La pissaladière ensalza las anchoas que en Francia están muy bien consideradas y que se obtienen ahí, a un pasito de la frontera con España, en la Côte Vermeille.
Es un plato rico, la verdad y fácil de hacer, así que no te lo pierdas.
Un abrazo y gracias por tu comentario.
Me ha gustado mucho la introducción o el inicio de esta nueva saga. La verdad que la gastronomía es cultura y de la buena como bien dice usted y no la que tienen nuestros dirigentes, cada vez estoy más convencido de la incultura de muchos de ellos, claro que para levantar la mano en la votaciones, cualquiera vale.
ResponderEliminarLa receta me ha gustado, yo no la he relacionada con la pizza, pero si vagamente con la focaccia.
Quedo a la espera de loa siguientes capítulos.
Que pase un buen fin de semana a pesar del gobierno.
Saludos
Tiene razón Apicius, se parecería más bien a la focaccia, pero tampoco tanto, creo que se parece más en aspecto que en sabor. También le doy la razón con la apreciación de los gobernantes en general, aunque yo no sé si son incultos o simplemente desprecian la cultura tanto o más como desprecian sus promesas. En fin, en teoría la democracia tiene medios para expresar lo que el pueblo quiere, cuando y en qué medida lo quiere. Solo falta ejercer esa democracia.
EliminarUn abrazo y gracias por su comentario.
Viena...como me haces reflexionar...tu descripcion de Europa es casi la mia...cultura, arte, conversacion, buen vivir, buena cocina, aprecio no solo por la belleza sino por la estetica....esa estetica que vive y se respira en cada rincon....y ahora siento una Europa fraccionada, agresiva, triste.....no sabes la pena que me da.....la pissaladiere me encanta.....vere si la repito estos dias......Abrazotes, Marcela
ResponderEliminarQuerida Marcela, claro que estamos de acuerdo y da pena ver que en tiempos más difíciles, nos alejamos de países que son hermanos culturalmente hablando y en fin, tu sabes lo que está pasando. Esperemos que se arregle o seamos capaces, como decía Sorokin más arriba, de salvar estos obstáculos.
EliminarGracias por venir hasta aquí, un beso muy grande.
Viena, desconocía este plato, y me encanta tu serie europea para reivindicar lo mejor de esta Europa que quieren despedazar. Se ve de vicio estas cebollas hermosamente doradas que abundan en la masa, umh.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Claudia por tu visita, me alegro de que te guste esta serie, esperemos que resulte interesante y cohesiva.
EliminarUn abrazo
Que me gusta que estes e vacaciones. Primero porque te mereces un descanso, y segundo, porque se nota que estás más relajada y puedes dedicarnos tiempo a través del blog. Me encanta que quieras hacer un "tour" gastronómico por Europa, y nos deleites con sus recetas y tus relatos. Y Francia, ¡qué mejor manera de empezar!
ResponderEliminarMagnífica la pissaladière, a mí me recuerda a una coca, para nada a una pizza.
Un beso enorme!
Otro beso enorme Laurita y como le digo a Claudia, espero que esta serie resulte cohesiva, que aunque sea en una pequeña medida, nos hable de lo que nos une y no de lo que nos separa.
EliminarGracias por venir.