La cocina antigua me gusta mucho
y colecciono bastantes libros de recetas tradicionales de los pueblos de la
provincia de Alicante sobre todo.
Al cabo de un tiempo de leer y
leer muchas de estas recetas, te vas dando cuenta de cómo la comida, es un
reflejo fiel de un momento social y aprendes a conocer ese momento.
Medio siglo atrás tan solo, las
recetas tenían la contundencia de las carnes y los embutidos grasos, de las
zonas de montaña, idóneas para hacer frente al frío y las duras jornadas que se
hacían en el pasado, o eran múltiples los calderos hechos en los pueblos costeros, con
pescados y otros productos del mar, productos que en otro tiempo fueron baratos, aunque
hoy, se hayan convertido en lujo gourmet.
Pero entre una y otra clase de
estos platos tradicionales, hay un sinfín de recetas sobrias, recetas cuyo arte era engañar
al paladar y al estómago, haciéndole creer que comía carne o pescado, cuando
comía hierbas, harinas o pan. Y lo mejor de todo, es que lo hacían literalmente, con “mucho gusto”.
Este plato, no sé si elevarlo al
rango de receta o es simplemente un ingenio. Lo he sacado de un libro que me ha regalado Juanmi, un alumno querido de
los martes. Al buscarlo en Internet, he visto que nuestro amigo Sebastián
Damunt lo había reseñado. Es un libro de recetas tradicionales del pueblo de la
Vila, todas inmejorables. Esta, me llamó especialmente la atención, por el
parco contenido de sus ingredientes y porque ahí, en ese contexto de un pueblo,
en un tiempo y un lugar, diga lo que yo diga, tiene con mérito ese rango de
receta.
Mirad si no es así.
Ingredientes:
Unas rebanadas de pan de barra de
días anteriores.
Una cabeza de ajos
Aceite y sal
Y así se hace:
Ponemos las rebanadas de pan en
una perola de barro, cubriendo el fondo, sin superponer las rebanadas.
Con un vaso de agua y salpicando
con la mano, vamos mojando el pan, poco a poco y de manera uniforme.
Luego, pelamos los ajos y ponemos
los dientes, chafados, sobre las rebanadas de pan. Salamos y dejamos reposar un buen
rato, para que el pan absorba toda la humedad.
Entonces echamos un chorro de
aceite sobre las rebanadas e introducimos en el horno a fuego medio, dejándolas
hasta que se vean doradas y crujientes.
Como veis, el aspecto es
inmejorable y el sabor, estupendo. Cabe preguntarse por qué a este plato se le
llamaba sopa, cuando no tiene nada de caldo.
Al principio pensé que podría
tratarse de un error del libro, pero la verdad es que la receta viene con una
fotografía incluida y efectivamente, es una preparación en seco.
Yo imagino que una vez hecho el
pan, se le agregaría algún caldo o incluso, agua caliente para hacer así, las
sopas.
Por lo pronto, aquí nos lo hemos
comido así, tal como lo veis. Pura austeridad, pero muy bueno.
Quizás el mundo desarrollado
tenga que volver a ser un poco austero. Quizás tenga que cuestionar toda su
tecnología y regresar al medio rural, rescatar paisajes, sanear los ríos, recuperar
las tierras y sus cultivos.
Quizás también entonces, podamos vivir en un
mundo menos dividido.
Un abrazo
Super interesante y super apetecible. Gracias por compartir esta sencilla receta, no la conocíamos!
ResponderEliminarGracias a ti por venir y dejar tu comentario Carlos.
EliminarUn abrazo
Cuando vi el titulo crei que seria alguna sopa Zamorana que se llaman asi sopas de ajos, pero esta entrada aparte que no dudo de que estara buenisima, ya que el pan frito solo ya es una ricura, si es en el horno aun mejor, pero hace pensar en lo tremendo de la diferencia social que hay hoy dia, nos desmadramos por cualquien cosa y gastamos sin ton ni son, estas cosas dan que pensar, y nos ponen en su sitio, un beso preciosa
ResponderEliminarQuerida Mamen, estoy de acuerdo contigo, en solo unos años, ha habido un cambio social tremendo, el consumismo (que no es lo mismo que el consumo) se ha hecho dominante de buena parte de nuestras sociedades y ha generado una división que va del despilfarro de algunos, a la pura necesidad de los otros.
EliminarEn algún momento esto cambiará, o suavemente o de golpe, porque la sociedad del despilfarro es un coche circulando a 300 por hora sin frenos y da un poco lo mismo incluso, quien conduzca ese coche, es una cuestión de tiempo.
En algún momento hay que volver a dar valor a las cosas y sobre todo, a las personas.
Gracias por tu comentario. Siempre es una alegría verte por aquí.
Un abrazo
Pues me has pillado buscando la sopa, efectivamente. Pero estoy segura de que no la necesita, así de sobrio y de sencillo debe ser una maravilla.
ResponderEliminarGracias Ana por tu visita. Como imaginaba y como ahora nos ha confirmado Apicius, en el siguiente comentario, estas sopas se montaban en el plato seguramente. Se pondría el pan y luego se añadiría agua caliente o algún tipo de caldo. Eran tiempos de pocas florituras, pero a juzgar por los sabores que nos han dejado, buen paladar sí tenían.
EliminarUn abrazo
Buenos días Viena. Usted siempre sorprende con sus comentarios y el buen hacer en la cocina
ResponderEliminarMuy interesantes estas sopas "Secas" y sobre todo los comentarios.
La verdad que lo que indica que tal vez mojasen el pan con caldo era practica común en la Edad Media y por estos lares, en el pasado, también como se puede ver en esta entrada http://la-cocina-paso-a-paso.blogspot.com.es/2008/03/cocido-vitoriano-la-antigua-usanza.html hacia el final, unas sopas que se rematan en la mesa con caldo herviente añadido al pan tostado y otras cosillas.
Su entrada me ha dado la idea de prepararme unas sopas de ajo más o menos como las de esta entrada http://la-cocina-paso-a-paso.blogspot.com.es/2007/03/sopas-secas-de-ajo-con-chorizo-y-huevo.html
Que pase un buen día a pesar del gobierno. Saludos
Es lo que imaginaba Apicius, que se echaría algún tipo de caldo o incluso agua al plato para obtener la sopa. Me ha gustado mucho repasar su post sobre el cocido vitoriano, una entrada espectacular la suya para un plato igualmente espectacular.
EliminarGracias por su visita y su aportación interesante.
Buena semana
Que rica Viena. Muy interesante esta otra forma de elaborar la "sopa de ajo". Soy un enamorado incondicional de este plato tan humilde, y que difícil resulta su preparación a pesar de su enorme sencillez.
ResponderEliminarPues mira Oteador que hace tiempo que quiero publicar la sopa de ajo tal y como yo la hago hace años y luego se me olvida traerla al blog. Voy a tomar nota y la publicaré no muy tarde, a ver si es como la haces tu o diferente, porque hay mil formas de hacerlas.
EliminarNo sé si es difícil o no, pero vamos, en general, los platos cuanto más sencillos son más difícil es que salgan bien, eso mis alumnos se lo saben de memoria de tanto que lo repito. Pocos pasos fáciles en una receta, es una probabilidad grande de que salga mal. Entre muchos pasos, ni se nota un pequeño error.
A ver si esta vez me acuerdo y traigo esa receta pronto.
Mientras tanto, nos vamos viendo por aquí y por allá.
Gracias por tu visita, siempre es un placer.
Un abrazo
Los griegos tenía un ser mitológico llamado Jano, un ser antropomorfo que tenía una segunda cara en la nuca (de allí lo de bifronte). Algunos le adjudicaban la capacidad de mirar el futuro y el pasado a la vez. Tu esperanzada conclusión, tu mirada de Jano, Viena, es tan nutritiva como rescatar esta vieja receta.
ResponderEliminarMuchas gracias Mario por tus palabras y por tu aporte respecto a Jano. Yo creo que si abandonamos la idea de que somos el centro de nada y nos percibimos como eslabón del todo, la mirada de Jano queda implícita y pasado y futuro es sólo una variación de perspectiva.
EliminarUn placer tenerte por aquí.
Un abrazo
Fascinante. Supongo, de todas formas, que el resultado depende mucho de qué pan y qué ajo utilizas. El aceite ya lo doy por sentado. Hasta ahora las únicas sopas "secas" (o semi-secas) que conocía son las de C'al Dimoni, en Mallorca que, eso sí, llevan también verduras además del pan y el ajo. De todas maneras, tu sopa, al precio que está por aquí el buen ajo morado (morado de verdad, no esos ajos blancos insípidos que envuelven en una malla morada) si a eso le sumas un buen aceite de oliva de Baena, no te digo, pero empieza a ser un lujo. Pero es tan facilito, tan facilito, que hasta a un tarugo como yo le va a salir bien.
ResponderEliminarUn abrazo
Esta vez sí te creo Sorokin, seguro que haces las sopas, porque no tienen misterio eh?
EliminarY sí, como es tan poquita cosa, cada cosa tiene un gran valor: los ajos buenos, el aceite inmejorable y el pan, bueno ahí no me esmeré demasiado, puse el pan que tenía de uno o dos días atrás, pero claro que se puede matizar con panes muy buenos.
No conozco las sopas que comentas de Mallorca, pero es bien curioso que queden reductos que estas recetas tan antiguas en las que las sopas eran secas.
Gracias por tu visita y un abrazo
Pues a mi me parecen de lujo! y muy originales, así que tomo nota.
ResponderEliminarBesitosss.
Hola Golonsegus. A mi me parecieron así, por eso las traje al blog, porque es una receta original que luego, cuando ahondas en la época, te das cuenta que entonces, más que original era lógica, porque no había mucho más para dar de comer.
EliminarGracias por tu comentario.
Un besito
Me encantó, y claro que lo pienso hacer para acompañar sopas o cremas, combinan perfectamente...
ResponderEliminarun besito amiga :)
Gracias Gaby por tu visita y comentario. Un brazo.
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