Así lucía ayer, la llama en el
interior de Mateo. Justo cuando entre propuestas de varios nombres, decidimos
celebrar su bautismo.
Y es que, el ahora Mateo, era hasta
ayer un horno sin nombre.
Debéis saber que a los hornos de
leña, les gusta mucho tener un nombre. Ya os presenté hace tiempo a mi querido Alfredo, el horno de dentro de mi cocina,
pero éste de fuera, que el pobrecito ha pasado por varias vicisitudes, estaba
ahí un poco abandonado, sin nombre todavía.
Es un horno de bioconstrucción,
es decir hecho con técnicas y materiales naturales. Su interior es de ladrillo
de barro y el exterior de barro, mezclado con paja.
En un principio no tenía tiro,
pero yo no conseguía hacerme con él. No sé si por defecto o natural, pero el
humo me asfixiaba cuando escapaba por su boca y resultaba muy incómodo.
Entonces se nos ocurrió hacerle un tiro, una pequeña chimenea que avivara la
llama cuando se enciende. El problema se resolvió.
De todas formas, Mateo no es como
su colega Alfredo que es de hierro fundido, con un cajón de leña
situado debajo del seno del horno, lo que hace que se aproveche muy bien el
calor y que con poca leña, funcione perfectamente.
Lo que quiero decir y paradoja siendo
ecológico, es que Mateo necesita mucha leña para alcanzar el calor necesario
para cocer los alimentos.
Me dijo mi amigo Jose Luis, que
es que tiene muy grande la boca y puede que tenga razón. Recuerdo cuando lo
hicieron que tuvimos que agrandar la puerta porque no podía meter dentro una
bandeja de horno, así que la hicieron más grande para que cupiera, pero es
cierto que como dice mi amigo, quizás tuvieron que hacerla más bajita, igual de
ancha pero más bajita, en fin, ahora ya está hecho y hay que acomodarse.
No obstante, una vez alcanza temperatura,
la mantiene bien y poco a poco, empiezo a entenderlo y nos vamos llevando mejor.
Bueno, íbamos a juntarnos unos
pocos aquí en casa y pensé que era un inmejorable momento para bautizar al
horno sin nombre, así que con ese ánimo nos reunimos y aportamos cada uno
nombres a nuestro gusto.
Por supuesto la mejor ceremonia y
como mandan los cánones de los hornos, tendría que hacerla cociendo pan y eso
es lo que hicimos.
Pero empecemos desde el
principio:
La noche del sábado, dejé
preparado un pre fermento hecho con 25 g. de levadura fresca, disuelta en un
vaso de agua templada. Añadí harina suficiente para formar una gacha no
demasiado espesa, que dejé toda la noche fermentando.
A la mañana siguiente, bien
temprano, estaba ya preparando la leña para alimentar a Mateo. Carrasca y
naranjo suelen hacer un buen fuego.
A las once de la mañana, iban
llegando los invitados.
Las primeras fueron las chicas, pero enseguida fueron apareciendo los demás
Luis nos trajo la música
A Cris hacía un montón que no la
veíamos
Ibou pudo por fin llegar a la
casa, que no parecía tarea fácil.
A ver chicas: Una mirando a la
cámara ¿Please?
¡¡¡Ohhh!!!
Bueno, sin tregua los puse a
ayudar, a preparar el horno y también la paella que haríamos un poco más tarde.
Como veis, todos colaboraron
Y Mateo calentaba a toda marcha
Pero sigamos con el pan. Los
ingredientes para cuatro panes son los siguientes:
2 kilos de harina de fuerza
2 nueces cumplidas de levadura
Un puñado de sal (una
cucharadita)
80ml. De aceite de oliva virgen
extra
El agua tibia que admita la masa
Para que el trabajo nos fuera
leve y porque es lo que toca en toda celebración, fuimos sacando algunos
aperitivos
Y tomando algunas cervecitas,
naturalmente
Y continuamos con el pan.
Una vez hecho el pre fermento la
noche antes, ponemos en un recipiente bastante grande, el resto de la harina
hasta completar los dos kilos.
Hacemos un hueco en el centro y
depositamos ahí, la masa del prefermento, el resto de la levadura disuelta en
agua tibia, el aceite y la sal. Intentaremos no mezclar la sal directamente con
la levadura.
Y ahora empezamos a amasar, al
menos durante 20 minutos, descansando si es necesario, claro.
El agua como hemos dicho, será la
que admita, para conseguir una masa relativamente suave y elástica. Yo creo que
usé medio litro más o menos en este segundo proceso.
Si hacéis estas medidas, veréis
que es mucha masa para amasarla de golpe. Yo dividí ya en cuatro partes y amasé
por separado, así cuesta menos.
Una vez bien amasadas las cuatro
bolas, las ponemos dentro de un recipiente amplio, tapamos con un paño y
dejamos levar hasta que la masa aumente al doble de su volumen.
Y cuando ha aumentado al doble,
tenemos que volver a amasar concienzudamente. Entonces, ya formamos los panes y
los dejamos para un último levado, ya en las bandejas de horno, hasta que
aumenten de nuevo el doble.
Como salían cuatro panes,
decidimos destinar la masa de uno de ellos a hacer pan con especias, así que
amasamos y estiramos con el rodillo, pusimos un chorrito de aceite en cada
torta y luego al gusto: orégano, comino, pimienta, sal y… Empezamos a hornear.
Aquí sin duda nos precipitamos,
porque el horno todavía no había adquirido bastante temperatura y eso, junto a
la que perdió cociendo las tortas, resultó que no quedó suficiente caliente
para cocer el pan. Uno de ellos lo pusimos a hornear, pero tardó más de lo
deseado en hacerse y todavía quedaban dos panes más. Claro las tortas como eran
delgadas, se hicieron bien, pero el pan necesitaba más calor. Tuvimos que
añadir leña y esta vez, ya sin prisa, se hicieron perfectamente.
Mientras, en el otro fogón, se
estaba haciendo la paella.
Parece por lo que dijeron, que
salió buenísima.
A Ibou le encantó y no paraba de
decir: me tienes que dar la receta, esta receta la quiero. Jajaja.
Como postre, les había hecho un
par de “Platos ligeros"
Uno de ellos tal y como lo
visteis en el blog, pero el otro, fue todo un invento. Le agregué un relleno de
trufado de chocolate entre capa y capa de la mona y el resultado, quedó divino.
¿Y los panes?
Salieron estupendos, aunque algo
blanquitos verdad?
También os digo, que ahora mismo
hay tantos preciosos panes, tan variados
por la Red, que este no es más que un humilde pan para principiantes,
sin complicaciones y sin historias. Es que eran muchas cosas las que había que
hacer en este día y pensé que el pan más fácil sería lo mejor.
Olía bien, a pan de verdad y
tenía una miga suave y esponjosa. Riquísimo. Lástima que no pudimos llegar a
tiempo para el guacamole, porque se nos amontonó la faena, con las tortas, la
paella, la cerveza… Pero bueno, ha sido un buen pan para bautizar a Mateo, que
desde ahora ya, entra en ese rango de los hornos con nombre propio de esta
casa.
Espero que su historia también os
haya gustado.
Un abrazo
Me gusta muchísimo Mateo!! un nombre muy ovetense, jejej, muy divertido el post, seguro que lo pasasteis genial, Mateo tiene pinta de que va a hacer buenos panes y todo lo que se te ocurra, bss
ResponderEliminarHola Marga, jajaja, es verdad no había caído. Gracias por tu comentario y espero que sí, que hagamos muchas cosas este Mateo y yo, que las pueda compartir con todos vosotros.
EliminarUn beso.
Jajajaja ¡me encanta! Mateo suena estupendo. Yo confieso que mis aparatejos favoritos de cocina tienen todos nombre propio. Las personas nos ponemos nombres y nos otorgamos singularidad (aunque nos llamemos Paco como otros 8 millones de personas) y la verdad que hay cosas que merecen ese reconocimiento. ¡Lo que daría yo por un horno como ese! Y el pan tiene una pinta estupenda. Mateo y tú formáis un equipo perfecto! Un beso grande!
ResponderEliminarBieeennn, me encanta cuando alguien pone también nombre a sus cosas, porque eso les da vida y seguro que tratándose de cocina, también se dan mejores resultados.
EliminarGracias por tu visita y un beso grande también
Me ha encantado la entrada, hay una foto especialmente, la del contraluz de la puerta, que tiene alma. Me hubiera encantado tomarme una cerveza por allí.
ResponderEliminarY a mi me habría encantado compartirla contigo M. Eugenia, esa cerveza. A ver si organizamos algo un día y lo cumplimos.
EliminarMuchas gracias por tu visita y comentario.
Un abrazo.
Los panes salieron bonitos. ¡Pero como huele la paella! Seguro que estaba riquísima. Y Mateo cuando se le cierra la boca, tiene cara de buena gente. Un beso. El Hombre del Agua
ResponderEliminarJajaja, Hombre del Agua, te habría encantado la reunión ¡y la paella!, segurísimo que si.
EliminarMateo es buena gente, es verdad. Y me encanta que le hayas dado su alma al mencionarlo como gente.
Un abrazo.
Hallábame yo pensando si conocía a Mateo o no. Sin duda conocí el fogón de al lado en 2011, pero creo que Mateo, no. Así es que, gracias por presentárnoslo.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Ay! Amiguete, que se te ha olvidado. ¡Claro que conocías a Mateo! Horneamos empanadas criollas en él ¿te acuerdas ahora? Mientras Apicius nos daba a probar sus cervezas extraordinarias, estaba ahí Mateo haciendo empanadas sin parar.
EliminarEs más, creo que después de aquella reunión, se comentó que había que ponerle un nombre al buen horno, jajaja.
A ver si hacemos otra Sorokin, que nos lo pasamos muy bien ¿A que si?
Un abrazo
He disfrutado con tu post y en especial conociendo "tu bonito espacio", decido quedarme por aquí aprendiendo de lo que se cocina y esperando nuevas recetas con Mateo. Todo sensacional. Besitos.
ResponderEliminarMuchas gracias Alicia Agea por tu visita y tu comentario y sé bienvenida a este espacio. Espero que disfrutes de todo lo que compartamos.
EliminarUn abrazo
Que envidia de horno, es um lujo poder tenerlo,,, espero algun dia poder hacer los panes asi...Me quedo por aqui, es muy interesante..
ResponderEliminarUm saludo
Bienvenido Isaac y gracias por tu comentario. Espero que sigas encontrando interesante todo lo que compartamos.
EliminarUn abrazo