Hoy vamos con un clásico, porque
hace unos días, alguien me dijo: “Pero oye ¿Cómo es que no tienes en el blog
las magdalenas?
Y no, no las tenía. Primero
porque las tengo en el programa de mis clases y no suelo publicar nada que esté
en las clases, como tampoco suelo hacer nada en clase que esté en el blog y
segundo porque hay tantas versiones por la Red, que supongo que no le di
importancia.
Sin embargo, pensándolo mejor a raíz de esta petición, creo que las
magdalenas deben estar por aquí ya que son una preparación realmente de interés
y más cuando se trata de estas magdalenas de toda la vida, las que se hacen en
Orihuela, así que vamos a ello.
Como os decía, hay cientos de
versiones y haciendo un recorrido por algunas recetas, solamente en la
provincia de Alicante, tenemos una variedad notable de estas versiones.
Para haceros una idea, he reunido
en la siguiente tabla, los ingredientes de algunas de las más representativas.
Todas para las mismas cantidades, unas 12 a 15 magdalenas.
(Los
huevos en unidades, los sólidos en gramos y los líquidos en ml.)
Como podemos observar, las
diferencias son importantes. De por ejemplo 12 huevos como las de Aspe, a 3
huevos que es la versión de mi madre ó 4 que son las que se hacen en Orihuela,
va mucho. Con el azúcar o la harina sucede otro tanto.
Bien, lo que podemos decir ya de
entrada, es que hay magdalenas abizcochadas o magdalenas de bizcocho, que son las que tienen
más cantidad de huevo. Su resultado final, como indica su nombre, se parece
mucho a un bizcocho, en textura y en sabor, no hay gran diferencia.
Luego están las otras, las de
pocos huevos, que son magdalenas más flojas, cuya masa hace ojos y para mi
gusto, son las mejores, tienen un sabor más auténtico a magdalena y no a
bizcocho.
Para mí, la esencia de la
magdalena es su textura con pequeños ojos en la miga, con una masa suave y
melosa, dada por el aceite. Por supuesto
con ralladura de limón y a opción, si canela o no. Vamos, que mis favoritas son
sin duda las de Orihuela.
Sin embargo insisto en que esto
es una cuestión de gustos, no hay que darle muchas más vueltas.
La mayoría tenemos asociado el
gusto de las magdalenas, a las que hemos comido de pequeños y dependerá mucho
de eso, que las prefiramos de una u otra forma.
Por lo demás, casi todas las
recetas salen, si se guardan unas pequeñas normas, como por ejemplo dejar
reposar la masa en la nevera unas cuantas horas antes de hornearlas. Esto hace
que la masa asiente y luego suban mejor en el horno.
Para que suban bien, otra cosa es
colocarlas en cápsulas y éstas en recipientes rígidos para que la masa, que es
pesada, no ensanche y suba. Tampoco es que haya que hacer competición de
copete, porque si las cápsulas son muy grandes, la masa no subirá tanto como si
las cápsulas son pequeñas y contenidas dentro de un recipiente metálico, en
fin, que cada uno les vaya pillando su propio truco para que queden a su gusto.
Por último, la temperatura. Esto
es muy importante. Al principio nada más introducirlas en el horno, éste debe
estar caliente y con temperatura alta. A los cuatro o cinco minutos le
bajaremos a temperatura media y no abriremos el horno hasta pasados los 15
minutos mínimos de horneado o simplemente dejarlas hasta que estén ligeramente
doradas y hechas.
Una vez frías, se conservarán en
recipientes herméticamente cerrados y si han salido como tienen que salir,
duraran varios días en perfectas condiciones.
Es un perfecto complemento de desayuno
delicioso, con sabor a niñez, a casa, a mamá, así que no os lo perdáis.
Y bueno, explicaros que no he
elegido la receta de mi madre, porque como veis, está todo a ojo, lo que admita,
en cáscaras de huevo como medidas… O con una indecente cantidad de azúcar,
porque a mi padre le gustan muy, muy dulces. Así que algo más moderada, aunque
con el mismo sabor de las de mi madre, las que comparto son las magdalenas de Orihuela.
Ingredientes:
4 huevos
350g. de harina de trigo
300g. de azúcar
250ml. De aceite de oliva
125ml. De leche
2 juegos de gaseosas (dos sobres
de cada)
Ralladura de limón
Separamos las claras de las yemas y batimos las claras a punto de nieve.
Luego añadimos el azúcar en
lluvia, sin dejar de batir y las yemas.
Seguimos batiendo, pero suave y
añadimos el aceite, la leche y la ralladura de limón.
Finalmente añadimos las papeletas
de gaseosa y la harina tamizada
Una vez tenemos la masa, densa
pero suave, la dejaremos reposar en la nevera durante unas horas. En mi caso,
la dejé toda la noche.
Al final del reposo, preparamos
las cápsulas para hornear.
Aunque hay cápsulas muy bonitas,
de muchos colores, os diré que las mejores para las magdalenas son las blancas
rígidas y cuanto más fuertes mejor. Si no, incluso podéis poner dos en lugar de
una sola.
Es que antes bastaban unas
cápsulas, pero ahora, aunque han entrado en el mundo de lo decorativo, los
papeles no valen nada y entonces, la masa que es pesada, se ensancha dentro de
los papeles y las magdalenas no suben. Esto se soluciona poniendo las cápsulas
dentro de moldes de aluminio, de los de flanes, o moldes rígidos como el que
veis en la foto. Las magdalenas subirán.
Y bueno, llenaremos los moldes
sin llegar al borde, dejando más o menos un dedito sin rellenar.
Ya sólo nos queda, espolvorear
con azúcar la superficie de las magdalenas. Con azúcar solamente o con una
mezcla de azúcar y canela, eso a vuestro gusto. No pongáis demasiada azúcar o
el peso también hará que no suban demasiado.
Introducimos en el horno a 220
grados más o menos y enseguida, a los cuatro minutos, bajamos a 180 y dejamos
durante 15 minutos. Todo esto es orientativo, cada horno es un mundo.
Cuando veáis que se han dorado,
estarán hechas.
Que no os importe si no están
simétricamente perfectas o si no ganaríais el concurso de copetes más altos de
España. Estamos elaborando magdalenas caseras, artesanales, riquísimas de
sabor, eso es lo que importa. Con el tiempo, ya se irán perfeccionando también
otras cosas.
De momento, éstas estarán con una
miga preciosa y suave, con sabor a auténtica magdalena. Un placer para los
sentidos.
Espero que las hagáis y que
me contéis cómo os han salido. Veréis que buenas que están.
Un abrazo
Me ha encantado esa tabla orientativa de las proporciones de ingredientes según la zona de Alicante. ¡Magnífica!
ResponderEliminarY la pinta de las magdalenas, sublime.
Un saludo.
Muchas gracias por tu visita y comentario Carlos.
EliminarUn abrazo
A mi me sucede lo mismo que a Carlos, la tabla me ha gustado y lo primero que ha llamado la atención son los 12 huevos, pero su comentario sobre ello me ha despejado algunas dudas que me habían surgido. Me ha gustado el truco de meter las magdalenas en un recipiente rígido para que suban a lo alto y no a lo ancho como suele pasar a veces.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir esta interesante receta.
Que pase buen día.
Saludos
Gracias a usted Apicius por su visita y comentario. Un abrazo
EliminarPuri, se ve que ayer nos leimos el pensamietno... ¡Yo estaba también pensando en hacer cuando vi tu post! Pero hice de las de clase :))) buenísimas, ¡como siempre! Un beso!
ResponderEliminarJajaja, qué gracia María. Otro día pruebas esta versión, para mi gusto, todavía mejor que las de clase. Las de clase están adaptadas lógicamente al tiempo y circunstancias de la clase y con matices al gusto de todo el mundo. Que ya ves, están buenísimas, pero no está de más probar esta otra versión. Son las magdalenas de mi infancia, por eso son mis favoritas.
EliminarUn beso grande
Creo que una de las cosas que más gusta de hacer turismo por España es llevarme magdalenas del sitio en el que haya estado. Siempre son mi autorecuerdo (que no duran mucho) ¡Me encantan! Es increíble que con los mismos ingredientes o variando muy poca cosa salgan tan diferentes y tan buenas todas. Yo las suelo hacer en casa, pero son distintas. Me guardo tu cuadro (que, por cierto, es genial!) y voy a ir probando todas! Besucoos!
ResponderEliminarSilvia que buen autorecuerdo jajaja. Imago si sólo en la provincia de Alicante, hay tantas variedades, lo que será a nivel de España. A mi también me gusta probar todas las recetas y de momento, sigo quedándome con estas. Ya me contarás sobre tus pruebas.
EliminarUn beso.
Me han parecido unas magdalenas fuera de serie, por supuesto que las voy a hacer y también te lo contaré. Gracias por todos tus consejos y explicaciones. Encantada de venir por aquí. Besos.
ResponderEliminarMuchas gracias Alicia. Besos también para ti.
EliminarMira qué lindas y qué antojo. Tramposa me estás tentando y yo que no quiero prender el horno. Siempre he visto que las magdalenas de los blogs españoles son muy vistosas, más que las de aquí, y ahora veo porque. Sus cantidades, procedimiento y el aceite de olivo las hace totalmente diferentes. No soy fan de los panquecitos (así es más común decirles aquí) Sólo tengo una pregunta: ¿cuánto equivale cada sobrecito de soda que le pones? Muchas gracias por compartir.
ResponderEliminarQuerida Carmen: No es que quiera yo tentarte para hacer algo que no quieras jajaja, pero te aseguro que estas magdalenas merece la pena probarlas con un chocolate caliente o con un buen café con leche y si es verano, no te digo nada con una horchata.
EliminarLos sobrecitos de soda, los venden aquí en parejas, es decir, uno blanco y uno azul, que siempre se ha dicho así, porque "El Vesubio" era la única marca que llegaba a los supermercados y estos eran sus colores. Ahora hay otras marcas y aunque siguen estando en parejas, no tienen ya los colores azul y blanco.
La cuestión es que son sobres con el siguiente contenido: Uno de ellos lleva Bicarbonato sódico y el otro lleva ácido tartárico. Al juntarlos produce la esfervescencia que hace que la repostería suba.
Los sobres son de 3 gramos cada uno.
Gracias por tu visita y tu comentario, siempre es un placer verte por aquí.
Besos.