Buen viaje tengáis
Caballeros de la mar
Que os escolten los dioses
En los azules inmensos
Que vuestras noches sean suaves
Mecidas por buenos aires
Y con buena estrella
Mucha suerte y pesca
Y allá en lo amplio
Las borrascas del alma se calmen
Y os pongan hombro con hombro
aflorando como amigos.
Que vuestros días se alimenten
de sabrosas raciones, de buenos platos
y también de experiencias y de afectos
Que la familia es aquí y ahora
En las puertas de los corazones
Y los puertos no están vacíos
Sino con el anhelo de los vuestros
Que esperan vuestro regreso
Buen viaje tengáis
Colosos de la distancia
Que los dioses os acompañen
En esos azules inmensos.
Puri
Todo empezó una mañana. Ella me llamó para interesarse por los cursos de cocina. Pero no eran para ella.
Luego me llamó él, el patrón, y supe más de su historia…
Patrón y capitán de un pesquero, tenía que resolver un problema y necesitaba mi ayuda.
Su barco, me contó, salía habitualmente del puerto de Santa Pola y permanecía en alta mar de mes y medio, a tres meses. A bordo, navegaban 14 hombres. La faena, era dura.
Él me dijo: Necesitamos un buen
cocinero a bordo, porque los hombres después del trabajo, quieren comer bien y
hemos tenido mala suerte con los últimos que hemos tenido. La comida se ha
convertido en un problema para el barco y necesito que me prepares bien a este chico
que te envío.
Charlamos un poco más de lo que
esperaba del curso, de lo que necesitaba en concreto y una frase se me quedó,
con mucha ternura. Él, el capitán de ese
barco, el patrón, dijo así: “Es que el capitán, es el padre de un barco, pero
el cocinero es la madre”.
¡Cuánta verdad! ¡Cuántas veces he
dicho yo esa misma frase! El cocinero es la madre. Es el que cuida de su
tropa, el que les mima.
Y así fue como esta pequeña
escuela, se convirtió en el lugar apropiado para un cocinero de barco.
Al día siguiente apareció Ibu, el
aspirante a cocinero, un senegalés flaco y sonriente de casi dos metros de
altura.
Él tenía muchas ganas de aprender
y yo muchas ganas de enseñar, así que desde el principio, formamos un buen
equipo.
Rápidamente se ganó las simpatías
de todos los turnos: con los del jueves, compartía sus conocimientos sobre
filosofía o las experiencias como mediador intercultural; con los del
miércoles, se convertía en un santiamén en guía turístico de Senegal, para prometernos
que un día nos llevaría a los mejores sitios; con los del martes, debatía con inteligencia sobre el Islam. Ibu
nos metió a todos en sus bolsillos. No engañaban sus patrones, cuando dijeron
que era encantador y educado. Así es Ibu, efectivamente.
Y es que su mente, como sus manos, lo mismo se saben acoplar
al duro trabajo, que elaborar los más
finos sustentos.
A través de él, hemos conocido durante las clases, las
vicisitudes de un barco pesquero. Hemos sabido que se siente con suerte, al
haber encontrado un patrón que sin duda
es como amigo. Nos ha hablado de ella, la esposa de ese patrón, admirable y valiente mujer como buena compañera de
marinero.
De alguna forma Ibu, ha sido un eslabón del azar o del
destino, que ha juntado nuestras historias despertando simpatías.
He intentado prepararlo a conciencia, para que haga de madre
del pesquero y creo que sabrá hacerlo bien. No tanto por el número de recetas,
que en este breve tiempo no han podido ser muchas, sino por la energía de la
que creo se ha impregnado, lo que yo le he dado y él, ha sabido bien recibir.
El martes pasado vino a despedirse, traía una caja de quisquilla
de parte de sus jefes y yo le prometí hacer
esta entrada.
Luego quise saber algo más del día a día en el Virgen de
Loreto, que así se llama el pesquero, y le
pedí a ella que me hablara de eso. Recogiendo datos de aquí y de allá, he
aprendido que las “nasas” son como unas cestas que se echan al mar con carnada
para pescar la quisquilla, una faena que se llama “calado”.
Esto se hace cada día.
Al día siguiente, de madrugada, los hombres empiezan el “zarpado”,
que no es otra cosa que recoger las
nasas echadas el día anterior. Entonces sale la pesca.
Los hombres se ponen contentos cuando la pesca es buena, el
trabajo es duro y la recompensa pasa por conseguir una buena captura.
A media mañana, pueden descansar un rato, mientras se
prepara la comida en la cocina.
Ahí entra Ibu en acción y espero que sepa hacerlo muy bien,
pues me consta que intención y ánimo no le falta.
En cuanto a nosotros, lo echaremos de menos por las clases y
lo imaginaremos por las Baleares, surcando el Mediterráneo, o en Libia, en
Túnez, en Grecia...
Desde aquí, quiero que esto sea un homenaje a los 14 hombres
de la mar, no sólo a Ibu, sino a Pascual, a Pepe, a esos otros senegaleses o de
cualquier otra nacionalidad, cuyo nombre y condición no conozco, pero cuya vida
adivino valiente.
Para todos ellos va la siguiente receta, que tiene como
protagonistas, cómo no, a las quisquillas.
Y para que el cumplido sea completo, llamaremos a la receta: "El rancho de los 14". Aunque cocinemos esta vez para cuatro. Ahí va.
Ingredientes:
Medio kilo de quisquilla del Virgen de Loreto
300 g. de judías verdes
3 ó 4 dientes de ajo
Dos calamares medianos
Tres o cuatro patatas nuevas
Aceite de oliva virgen extra
Un vaso de vino tinto seco
Un par de cucharadas de vinagre de jerez
Sal y pimienta
Magnífica la gamba, es lo primero que haremos: pelarla.
Mientras tanto, hervirán las patatas, con piel y todo, en
una olla con agua y un poco de sal.
Los calamares, los limpiamos también y cortamos en aros
Y las judías, cortadas en trozos, las pondremos a hervir
durante 10 ó 15 minutos, hasta que estén tiernas.
Una vez que las gambas están peladas, ponemos en una fuente
de horno, los calamares troceados y las gambas.
Añadimos dos de los ajos, cortados en una fina brunoise, por
encima
Luego salpimentamos y agregamos a la fuente el vaso de vino
tinto
E introducimos en el horno a temperatura media, durante 20
minutos, tapando la bandeja si es posible.
Por otra parte, picamos los ajos restantes en mortero y
añadimos unas cucharadas de aceite, a nuestro gusto, sal y pimienta, así como dos
o tres cucharadas de vinagre.
Y cuando tengamos todo esto hecho, procederemos a montar el
plato.
Primero las patatas las cortamos en rodajas más bien gruesas.
A continuación, añadimos las judías que estarán tiernas.
Por encima echamos las quisquillas y los calamares escurridos.
Y por último, regamos con la picada de ajo, vinagre y aceite
Os aseguro que es un plato delicioso y muy apropiado para
este tiempo casi veraniego
Una cena perfecta para disfrutarla en alta mar o en tierra.
¿Te atreverás Ibu? Recuerda: sólo tienes que multiplicar por cuatro y darás de comer de sobra a toda la tripulación.
¡A la salud de los 14! Y de todos vosotros.
Un abrazo.
No tengo palabras para hacer un comentario en esta entrada. Bueno, si tengo dos...¡estoy asombrado! Un beso desde el agua.
ResponderEliminarMuchas gracias por tus dos palabras, Anónimo. Espero que sea un asombro agradable.
EliminarOtro beso para ti
¡Qué... qué hermosa entrada! Me has emocionado profundamente. Personas como tú son las que hacen del mundo un lugar digno de vivir.
ResponderEliminar¡Brindo contigo y con los 14! ¡Por la vida! ¡Salud!
Loam es precioso lo que me dices, aunque no hay mucho mérito. Sólo cuento una historia corriente, de las que están ahí cada día, a nuestro lado. Sólo hay que mirarlas, que verlas. Pero muchas gracias, tu visita siempre me llena de alegría.
EliminarYo también quiero brindar contigo y con los 14. Ahí va! ¡Que se levanten las copas! Y apuremos hasta el último trago.
Un abrazo
Ay Puri no se si me gusta mas leer tus entradas o tus recetas
ResponderEliminardeliciosas. Muaccc
Muchas gracias Sol, te mando un abrazo grande y muchos muaccc
EliminarNos vemos.
¡Qué maravilla de plato! ¡Y de historia! Esas cosas, que parecen tan mundanas, son las que hacen que muchas otras merezcan la pena, que nos humanizan profundamente y ¡me encantan! Porque además si no prestas atención tampoco valoras la situación, y es algo que, desgraciadamente, no mucha gente hace. Un beso grande!
ResponderEliminarMuchas gracias Silvia por tu comentario, siempre es una alegría.
EliminarPrueba el plato, verás que es divino para estos calores que ya tenemos.
Un abrazo
Que bonita entrada Viena, me ha gustado mucho. Se ve por lo que dice que el Patrón ha sabido captar uno de los problemas que existen en los barcos, "La Comida" que suele ser monótona y aburrida, muchas veces por debido a la poca cualificación del cocinero y otras por la poca sensibilidad del Patrón , que como veo no es el caso. Deseo a la tripulación del Virgen de Loreto que sus redes venga a punto de reventar por la cantidad de pesca que vienen en ella.
ResponderEliminarQue pase un buen día.
Saludos
Muchas gracias Apicius por su visita y comentario. Este Patrón creo que es bastante atípico, ya me lo decía Ibu, su propio trabajador. Me decía, es muy buena gente, muy buena persona.
EliminarEsperemos que vengan cargados como dice, porque eso, les pone contentos a todos, patron y marineros.
Un abrazo
Yo creí que había escrito algo sobre esta entrada y resultó que no lo hice. Vengo como siempre tarde a ver tu respuesta y ¿cuál? si no eres telépata si no escribo. Me encantó a historia de Ibu, las historias de barcos y sobre todo adoro tus recetas de mar. Ya te había dicho que procuro hacerlas. La del pulpo es mi favorita. Un abrazo con cariño
ResponderEliminarJajaja Carmen, telépata aún no soy, es verdad, pero tranquila, seguro que con tantas vías, que si facebook, que si pinterest, que si el blog o el correo, al final es fácil no saber si una dijo y dónde lo dijo.
EliminarEl caso es que yo recuerdo haber hablado contigo sobre el pulpo y no sé si sobre esta receta. ¿Será que lo hicimos por otro lado? Jajaja.
Bueno, te mando un abrazo grande, de amiga y de hermana.