Es curioso lo que pasa con los
sabores y los gustos. Antes no podía soportar el pepino, pero ni un poco, hasta
el punto de que si una ensalada lo llevaba, yo ya no podía ni probar la
ensalada. Sin embargo, no sé cómo ni cuándo,
este gusto me cambió y ahora ando como loca buscando recetas de pepinos porque
me encantan.
Al parecer no es tan raro, hace
solo unos años, según algunos estudios llevados a cabo, los niños occidentales no
podían detectar el sabor umami, ese quinto sabor que tiene sus receptores en el
centro de la lengua. Cuando se les ofrecían glutamatos responsables del umami,
ellos lo rechazaban.
Sin embargo, en experimentos más recientes, el umami se detecta y se presenta como una
sensación placentera. ¿Qué ha sucedido? ¿Ha evolucionado el gusto en estos
pocos años? Pues probablemente sí.
Aunque todos los seres
humanos tendrían la capacidad de detectar todos los sabores, algunos tendrían más problemas que otros para
reconocer algunos de ellos, sobre todo por una cuestión cultural o de
familiarización con su consumo.
Los orientales así,
consumidores de algas y otras proteínas que contienen glutamato, tendrían más
facilidad para detectar y saborear umami que los occidentales, o al menos así ha sido
hasta hace poco, pues ahora que tenemos acceso a la comida asiática en
cualquier rincón del planeta, no sólo estaríamos
acostumbrándonos al umami, sino ciertamente apreciándolo mucho. Quizás este
descubrimiento de sabor pueda también explicar el boom de la cocina japonesa.
En fin, retomando el tema, la
cuestión es que ahora me encanta el pepino y hoy me he dado el lujo de esta
receta que como veréis es bonita y rica.
Se trata de unas milhojas de
pepino con espuma de menta, sabores que combinan a la perfección.
El pepino, o el cucumis sativus,
como se le conoce en círculos científicos, pertenece a las cucurbitáceas, como
las calabazas, los calabacines, etc.
Es originario de la India, donde
se cultiva desde hace más de 3.000 años.
Recuerdo cuando yo era pequeña, que
mi madre le cortaba a los pepinos una corona en cada extremo y frotaba durante
un minuto para quitarle el amargor.
Ese amargor se debe a la
cucurbitacina C que contienen algunas
variedades. Actualmente creo que ya todas las variedades han sido seleccionadas
para que no amarguen, porque lo cierto es que no he encontrado ese problema en
ningún pepino.
Ahora los encuentro dulces y deliciosos,
ligeros de calorías y con un montón de posibilidades en la cocina.
Ingredientes:
Un pepino
125ml. De nata para montar
Una ramita de menta
Dos lonchas de queso havarti (en
el original queso comté)
Un limón
Sal y pimienta blanca
Para los blinis de la base:
1 huevo
Una cucharadita de azúcar glass
60g. de harina de trigo
1 cucharadita de levadura Royal
200ml. De leche
Aceite para engrasar
Una pizca de sal
Empezaremos haciendo los blinis
En un cuenco, ponemos la yema del
huevo, reservando la clara para después.
Le añadimos la harina tamizada y mezclada
con el azúcar, la levadura y la pizca de sal y agregamos también la leche,
batiendo enérgicamente hasta hacer una masa homogénea.
Luego, batimos la clara a punto
de nieve y la incorporamos a la mezcla con movimientos envolventes y con
cuidado.
Una vez todo integrado,
engrasamos muy ligeramente una sartén o crepera y cuando esté caliente, le
vamos echando cucharadas de masa formando círculos de 6 ó 7 centímetros de
diámetro.
En unos instantes, daremos la
vuelta a los blinis y haremos por ambos lados.
Vamos sacando a un plato y
hacemos blinis hasta que nos quede masa.
Los blinis son una especie de crêpe o tortitas, lo digo
porque si ya tenéis una receta que os sale bien, de crêpes, os vale también. Si
tenéis prisa o buscáis una receta más ligera, también podéis prescindir de esta
base y dejar las milhojas directamente con las dos capas de pepino.
Bueno, una vez tenemos los blinis, vamos con el pepino.
Ponemos a hervir la nata, con unas cuantas hojas de menta,
unas 10 ó doce. Cuando la nata hierve, apagamos el fuego y dejamos que
infusione la menta, hasta que se enfríe totalmente.
Cuando la nata esté fría,
quitamos las hojas de menta y montamos. Luego, salpimentamos e introducimos en
una manga pastelera.
Por otra parte, le quitamos al pepino el primer trozo de la punta y el resto, lo cortamos en medallones no muy gruesos.
Rociamos con el zumo de limón,
las rodajas de pepino y las salpimentamos. Os recomiendo pimienta blanca, porque la negra
afearía la receta.
Entonces, procedemos a montar el plato:
Primero un blini
Después una rodaja de pepino
condimentada
A continuación, un círculo de
queso y sobre el queso, una roseta de crema de menta
Encima de la crema, otra rodaja de
pepino y otra de queso
Y finalizamos con una roseta de
crema y una hojita de menta fresca para
decorar
Y listo, tenemos un aperitivo
fácil, vistoso y deliciosamente refrescante.
Qué: ¿Lo hacemos?
Yo creo que os va a gustar
Un abrazo amigos. Estaré viajando
unos días, pero pronto, pronto, nos vemos.
Yo soy definitivamente un bicho raro. Mi paladar debe estar atrofiado, porque no hay ninguna comida que no me guste... ni siquiera de pequeña, solo odiaba las habas, pero no fue siempre. En fin!
ResponderEliminarEl pepino mola, y con blinis y menta, más aún.
Pues bienvenida Pilar y gracias por tu visita y comentario. Prueba la receta y verás que es un recurso fácil y rico para un entrante muy veraniego.
ResponderEliminarUn abrazo