Navidad con los niños

                                                                                  

                                                                                                             

Por fin he tenido un rato para cocinar algo para casa y como venían los niños este fin de semana, lo que hice fue una tarta para ellos. Una tarta típica, con un bello paisaje navideño.

Disfruto mucho estando con los niños: con mi hija, sus amigas, mis sobrinos. Estoy deseando que lleguen las vacaciones para estar con ellos más tiempo, para verlos más relajados, sin el estrés de los horarios, los controles o los trabajos de conocimiento del medio. A veces pienso que es el único colectivo que todavía queda sin sindicato que les defienda y alucino cuando voy a una reunión del colegio y los mismos padres piden más deberes para sus hijos, más disciplina, más dureza. No lo entiendo.

Están en el colegio 7 u 8 horas seguidas, eso si no van a guardería antes de clase. Tienen recreos, claro, pero incluso en el recreo o en el comedor, están bajo una disciplina, así que están en “el trabajo” una jornada completa al nivel de un adulto y sin descanso.

Luego van a las actividades extraescolares: inglés, informática, refuerzo de clase, terapias…

Cuando llegan a casa, tienen todavía que hacer los deberes. Nada de tele o juegos que es muy tarde. La cena y a dormir.

Cuando mi hija me dice a veces por las mañanas, que tiene sueño y que odia el despertador, me entra agobio de pensar que eso es para “casi siempre”, porque después del colegio, vendrá el trabajo y luego los hijos y su colegio y luego…O sea, para casi siempre.

Por favor, reivindiquemos a los niños y ya puestos y siendo las fechas que son, pidamos al espíritu de la Navidad que ningún niño sufra más nunca jamás, ni aquí, ni allí, ni allá, porque todos los niños son nuestros niños y todos duelen o deberían dolernos en el alma.

Y vale, ya sé que me he ido del tema de la tarta, pero ha sido solo un momento. Volvamos a ello:

Mi hija estaba deseando que llegaran sus primos para enseñarles la tarta: ¡¡Mirad que tarta ha hecho mi madre!!

Sus ojos se abrieron mucho: ¡Fuua! Expresó la mayor; ¡Qué chula! -Dijo la mediana. Mientras el pequeño se ponía de puntillas para verla bien. Mi hija estaba orgullosa y yo contenta de verlos tan entusiasmados.

 

La verdad es que tiene todos los ingredientes para gustar a los niños: Evoca un paisaje digno de alguna aventura navideña, es llamativa con sus colores, es de chocolate por dentro y tiene montañas de azúcar por fuera. Yo diría que es una tarta feliz, hecha para los niños, con toques mágicos para niños.

 

La receta procede de la obra: “El Placer de los Postres”, con algunas adaptaciones personales.

Veamos los ingredientes:

5 huevos

125 g. de harina

125 g. de azúcar

Unas gotas de esencia de vainilla

30 g. de cacao puro

Para el relleno trufado:

300 ml. De nata para montar

300 g. de chocolate Nestlé postres.

Para la decoración:

50 g. de almendras tostadas

50 g. de pistachos

Frutas confitadas (verdes, naranjas, rojas…)

200 g. de azúcar glas

Un poco de virutas de chocolate

 

Y así es como la hacemos:

Primero trabajamos las yemas con el azúcar hasta conseguir una crema blanquecina y espumosa.

Añadiremos entonces la harina tamizada, unas gotas de esencia de vainilla y el cacao en polvo.

Mezclar muy bien y conseguir una pasta compacta y homogénea.

Ahora batimos las claras a punto de nieve y las incorporamos con cuidado a la mezcla anterior.

Con el preparado obtenido, tenemos que hacer tres discos muy finos, que yo hago siguiendo la siguiente técnica:

Pondremos un papel vegetal entre un molde desmontable y su base

Colocamos el aro del molde y presionamos el papel vegetal

Entonces quitamos el aro y obtendremos un pequeño recipiente formado por el círculo del papel vegetal que ha adquirido forma

En este molde que hemos hecho con el papel vegetal, haremos el primero de los discos de bizcocho de cacao

Y del mismo modo actuaremos con el segundo y el tercero. Horneamos a fuego bajo, cuidando que no se quemen.

Son tam delgados, que como vemos, incluso se deforman, pero no afectará a nuestra tarta una vez la tengamos armada.

Ahora preparamos el relleno que consiste en un trufado de iguales proporciones: chocolate y nata.

Para hacerlo, ponemos la nata en un cazo al fuego y cuando empieza a hervir, la echaremos sobre el chocolate troceado, dejando reposar unos minutos, hasta que el chocolate se deshaga totalmente.

Remover muy bien y dejar enfriar. Mientras tanto, podemos ir preparando la decoración.

Vamos a cortar las frutas, jugando con formas y colores. Primero hacemos unos pequeños abetos:

Luego unas casitas formadas por pequeños rectángulos de cidra confitada, con un tejado de piel de naranja confitada.

Algo de color rojo,  así como unas virutas de chocolate que figurarán unos troncos de leña en nuestro paisaje.

Una vez fría la trufa del relleno, la batimos ligeramente y procedemos a montar la tarta.

Ponemos el primer disco sobre la fuente de servir y lo embadurnamos bien con la crema.

Ponemos el segundo disco y hacemos lo mismo, así como con el tercer disco. Cubrimos toda la tarta con el chocolate.

También por los bordes, todo bien cubierto.

Y empezamos a decorar:

Primero trituramos con rodillo y sin machacar demasiado las almendras y cubrimos todo el borde con los trocitos de las mismas.

Cuando ya la tenemos los bordes bien cubiertos con la almendra, colocamos un aro alrededor, con los pistachos pelados.

Y ya todo esto hecho, dejaremos en la nevera al menos un par de horas. Yo la dejé toda la noche.

A la mañana siguiente, seguimos el proceso.

En un pequeño bol, pondremos el azúcar glas y una cucharada de agua. Removemos y conseguimos un granulado de azúcar, muy suelto.

Comenzamos a ponerlo sobre la tarta, formando un suelo y montañas nevadas.

Y empezamos a colocar, primero las casitas. Luego los abetos

Unos toques de rojo. Las virutas de chocolate.

También alrededor pondremos un toque de rojo y espolvorearemos todo con azúcar glas para dar un efecto nevado sobre los tejados.

Y voilá! La Navidad en una tarta.

Pedí a los pequeños que escribieran, algunos de sus deseos de Navidad. Y ellos lo hicieron:

Son deseos de niños, deseos sencillos pero no simples. Les hacía ilusión que aparecieran en el blog.

Luego nos comimos la tarta.

Y estaba deliciosa

Un bocado de Navidad que compartimos con todos vosotros.

Un abrazo.